Dejar atrás la esclavitud de lo mundano, encaminándose hacia ámbitos sutiles (intuidos espacios benignos del alma y no de la precaria carne), apareja la intensidad de afrontar ignotas etapas de ineludible desprendimiento de capas y capas de encubiertos egoísmos, a la par de alumbrar y desautorizar recónditos prejuicios que nos distanciaban del prójimo. Ardua tarea ésta sí, pero, una vez sinceramente iniciada, alentada y fortalecida por el mismísimo Cielo. Recuerda siempre bendito peregrino, infatigable compañero del divino propósito y del recto camino (sobre todo en las circunstancias más espinosas y en los momentos menos gratos), que a pesar del desierto, el oasis, que pese al gélido invierno, la lumbre, que incluso allende las nubes más plomizas y densas, el espacio infinito.
KHAAM-EL
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