Tanto quien escribe de corazón acerca de la esencial pureza del alma como quien lee con ella, comparten un mismo latido en un mismo y único Corazón Sagrado que nos invita a obrar con Fe, Esperanza y Amor. Nadie es más que nadie (tampoco menos). La común unión de la esencia viva, irradia desde lo más hondo la luminosa senda infinita que converge en DIOS, en ese Amor inacabable e inconmensurable que nos recuerda que el Cielo es servicio, donación de sí, no un lugar que alcanzar o un premio que ostentar, sino un íntimo, inefable e ilimitado ámbito de plenitud en el que convivir en la Luz, por la Luz y para la Luz... Espíritu inmortal, y jamás el opresivo cuchitril corporal que endiosa lo transitorio y egoico, minusvalorando, ignorando o incluso despreciando, lo sutil, puro y eterno. Amigo/a, somos Uno sin dejar de ser dos. Herman@s en lo intemporal, somos Uno sin cesar de ser multitudes. Tiempo y forma no nos condicionan excepto en ilusiones de efímera apariencia. No hay egos. No hay ego. Hay puro ser en el SER de DIOS VIVO...
Paz, Amor y Plenitud sean en ti, en mí, en todos, hoy y siempre, aspirando regresar en comunión a lo eterno, según transitamos con el Corazón solícito las rutas del tiempo (y este apremia más de lo que se cree, porque el Amor que no damos da cobijo a todo ese mal que se extiende por el mundo).
KHAAM-EL
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