El ego en el tiempo se desenvuelve, y en él trama y se esconde de lo veraz, porque el presente en su incontestable realidad le quema y calcina, desvaneciéndolo como humo al viento. Por eso, la presencia consciente, la contemplación esencial -reveladora de lo inconmensurable e inefable en todo lo que hay aquí y ahora-, es fulgurante liberación, tanto de opresoras demoras y oscuras precipitaciones como de dañinas e inquietantes omisiones que la identificación con lo egoico ocasionaba.
KHAAM-EL
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