La mente humana tiene un confín que no alcanza allende sus propias referencias. Limitados e inexactos, por tanto, son los nombres por los hombres empleados y no hay cifra que alcance computar el infinito; ergo, no hay concepto, dogma o ecuación que nos explique en esencia algo. En consecuencia, querer con unos y otras explicar el universo y a sí mismos: un colosal absurdo y un imposible.
Mas, en el no apego a denominaciones y guarismos, en la rendición del calificador y enjuiciador ego, es donde, el núcleo de los núcleos, el meollo de las ciencias y de las religiones se revela; abriéndose la mente a aquello que la abarca, compenetra y trasciende, a aquello innombrable, incuantificable e inmutable en que todo lo nombrable, numerable y cambiante deviene. Hallando uno ahí -en la perseverante observación ecuánime- perenne significado, consciencia consciente de ser, pura e inefable ilimitud... Divina Unicidad.... Amor... Verdad... DIOS VIVO inseparable de nos.
KHAAM-EL
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