Y a DIOS siempre se le escucha en el silencio de la mente y en la cálida apertura del corazón, haciendo de la razón y el sentimiento una fluyente unicidad de conciencia en eterna plenitud sagrada (libre de rigideces y de sensiblerías egoicas) que nos une más allá de las mudables apariencias, relativas opiniones, fríos cálculos e hipócritas tratos, según desvanece temores y recelos, tal como la impetuosa corriente de los ríos en deshielo, fácil, segura y sencillamente arrastra al mar la hojarasca sin que ésta pueda impedirlo, ni cambiarle el curso.
KHAAM-EL
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