1.
Tan perniciosos son la comodona desidia como los eufóricos arrebatos que igual que surgen decaen; no son más que la cara y la cruz de una misma moneda falsa: el ego, que todo parece ofrecer y nada, finalmente, da.
2.
Quien ve y sigue la luz, sabiamente, no se pierde. Quien no ve con claridad la luz, humilde, pide ayuda a quien la ve para no perderse, evitando así repetir viejos tropiezos. Quien no ve y cree ver se extravía y tropieza una y otra vez, achacando las culpas, arrogantemente, a los demás o a las circunstancias.
3.
En la pasividad uno no sabe de su egoica celda oscura y en el alocado frenesí se golpea contra sus duras paredes. Para escapar de ella han de atravesarse sus egicos muros en Espíritu, con la consciencia serena de trascendente y luminosa esencia.
4.
Ahondar con constancia, humildad y ecuánime disposición en lo sustancial en uno, en todos y en todo, descubre el Corazón Luminoso que palpita en el núcleo del cosmos entero (Espíritu); revelándose, de súbito, Su Santo significado de eterna unicidad (Amor).
5.
El Corazón Luminoso es el Cáliz de Comunión que trae Plenitud y Vida Eterna. Beber hasta la última gota de su radiante latir por Amor en un mundo temporal y egoísta, salva. Vivir y expresar este Corazón Sagrado dando testimonio vivo de Él, por tanto, es nuestra real función.
6.
DIOS VIVO ES AMOR. DIOS VIVO ES REAL. EL AMOR, POR CONSIGUIENTE, ES REAL. Cumplir nuestra sagrada función nos retorna, de cierto, a ÉL. Pues seguimos a la Luz de luces, a la Verdad sin opuesto, a la Vida que trasciende toda muerte y, poderosa, nos resucita de la corruptible carne y del pernicioso y tentador ego.
KHAAM-EL
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