Cuando se abandona el apego a considerar la perspectiva personal como segura y cierta, lo falso tomado por verdadero se desvanece en su nada. Por eso nunca hemos de cortarle las alas al prójimo, dejando que vuele por la vida libre, en paz y en plenitud, no endosándole pesados fardos de tendenciosos prejuicios y suspicaces recelos de ciego reproche. Porque la vida es más, muchísimo más rica, profunda y sabia que aquello que el intelecto y los sentidos corporales limitadamente captan. El más equivocado o malvado, y que mayores perjuicios trae, no es quien ignorando yerra, sino aquél que conociendo la verdad la oculta, la tergiversa o miente para sacar particular provecho de ello, llegando a aparentar incluso efusiva amigabilidad.
Hay que estar, pues, vigilantes, evitando enjuiciar a la ligera; ya que no es peor quien más vocifera, sino aquel que su insidia disimula.
KHAAM-EL
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