El mundo es féretro para todo aquel que lo adora;
nada perdura, todo muta, deteriora y perece...
un espejismo
escapándose de entre los dedos del deseo irrefrenable
de una decadente carne
que acaricia deleites y poderíos, sin duda, esquivos.
La niebla malévola del engañador
-disfrazado de ángel de luz-
condensa frases y consignas
hilvanadas como exclusivos conjuros
pretensores de conceder fulgor donde sólo hay ocultismo
e ignorante ceguera jactándose de ver.
Reconocer el fondo como substancia de toda forma
es abrir la mirada a lo infinito, a lo real e indiviso.
La sencillez trasparenta palabras
desnudándolas del artificio de la falaz hipocresía.
Quien aspira a Lo Alto, eleva lo bajo.
Quien quiere lo bajo, traiciona a Lo Alto.
KHAAM-EL
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