viernes, 9 de octubre de 2020

UNÁMONOS DESDE LO FINITO A MIRAR LO INFINITO

   Cuando adentro es sabido indistinto de lo externo y afuera es conocido en profundidad, las distancias -ya sean íntimas o cosmológicas-, por gigantescas que pudieran llegar a mostrarse, se revelan, ciertamente, infinitesimales. Compartamos, pues, nuestro meditar, nuestro bendecir, nuestro percibir. Sentémonos con nuestro prójimo a mirar las estrellas y olvidémonos del ávido trajinar y maquinar del mundo. Sí, unámonos los unos con los unos a mirar lo infinito desde lo finito, lo eterno desde lo temporal. Te invito aquí y ahora, amig@, a lo genuinamente fraterno para encontrar en lo íntimo: lo universal, en lo profundo: lo elevado, en lo tierno y frágil: lo maduro y sólido. Permanece, por tanto, próximo al corazón humano y convive para el bien de todos, conocidos o desconocidos, conciudadanos o extranjeros, sin diferenciar por tonos de piel, sexo, edad, cultura, religión, ideologías políticas, sociales o de nivel intelectual o económico. Descansa en el presente amigablemente con la vida y reconócete pleno en ella. Madura en el viaje vital despertando del sopor al que el ego induce por su impaciencia, comprendiendo en profundidad que lo inmaduro amarga en lugar de deleitar. Haz las paces en tu interior y extiéndela a tu derredor sin rubor. No te escapes tras ilusiones personales que te perderían en una maraña de pensamientos/sentimientos confusos y desalentadores. Abandona el orgullo y la soberbia de querer tener razón a toda costa, y confluye con tu prójimo en un presente de perdón para reconocer la impecabilidad esencial del corazón. Desde ahí, desde ese acompasado latir del alma en comunión, comparte tu vida con generosa alegría... sin trueques ni particulares expectativas, sin reproches ni acusaciones interesadas; siendo peregrino y fraternal compañero de viaje para todo aquel que encuentres en tus días y noches en el mundo. Comparte certeza y jamás indecisión; perdón, mas nunca condena; paz de espíritu y no treguas que interludian guerras. Comparte el pan de vida... uniéndote con tu prójimo totalmente en el ahora sin prisas ni tardanzas. Retornemos sin excusas a la inocencia, con madurez e integridad. Vigilemos nuestras motivaciones y simplifiquémoslas hasta que sólo quede un estar totalmente presentes para quien esté con nosotros en este mismo instante. Abandonemos resueltamente el miedo, la vanidad, los deseos egoístas y tantas y tantas cosas innecesarias, nos dice con insistencia el sentido común, para que retornemos al Amor viviendo con confianza cada día de nuestras vidas, cada instante de nuestro tiempo dedicado sin fisuras a lo intemporal, cada pensamiento rendido a la consciencia pura de unicidad.

   Escucha a tu alma, sólo a tu alma, y haz lo que dulce y claramente te sugiere... Descansando fraternalmente con tu prójimo durante la compartida jornada y abriéndole el corazón sin temor a que te lo rompa; sin ensalzamientos ni menoscabos; sin ánimo de lucro, protagonismo o afán de poder; en sincera y libre igualdad. Que lo esencial en tu relación sea llegar juntos, acompasados y felices al común destino... al re-Encuentro con Dios y Su Amor. Porque l
a vida consiste, simplemente, en dar todo el Amor que se tiene -que se es- para que los demás descubran todo el Amor que tienen -que son-, y, entonces, suceda el milagro de descubrir que todos somos uno en el Amor... un indistinto dar y recibir Amor, contemplando extasiados lo minúsculo de las historias del tiempo ante la majestuosa vastedad de la eternidad. Por tanto, amig@, sentémonos juntos a mirar las estrellas, a contemplar desde lo finito lo infinito, con un mismo propósito de universal bendición, de completo y honesto perdón, de indivisa complicidad universal aunque no nos conozcamos personalmente o vivamos a miles de kilómetros de distancia. Cualquier rincón del mundo está abierto al Cielo y ahí, en ese sobrecogedor espacio infinito, nos infinitamos en paz. Dios no tiene preferidos ni repudiados; luego no hay distancia perceptiva, por insidiosa que parezca, que pueda separarnos del comunicante reconocimiento amoroso de una comprensión libre de juicios, de una mirada limpia de sentencias, de unas palabras exentas de reproches. Sencillamente, nos vemos y conocemos de verdad cuando no estamos cegados por los sueños de la carne y sus absurdos ciclos de arrogancia, controversia y dolor. Eres Amor. Soy Amor. Somos Amor...  Sorprendentemente, entonces y sólo entonces, todo encaja, todo es perfecto, todo fluye a su más sublime y gozosa manifestación; pues somos lo Divino soñando la carne, lo inseparable imaginando  insalvables distancias. ¡Despertemos juntos a la realidad indivisa que en lo más hondo del Corazón palpita! Somos herman@s, al ser Hij@s de un Mismo y Único Dios, unidos en eterna y santa comunión, fundidos en una bienaventurada e indisoluble plenitud.

KHAAM-EL



Miremos juntos desde aquí abajo, en silencio hermanados, a lo Alto. 
Dejando atrás lo bajo y ruin, lo temeroso y engreído, lo egoico y doloroso...
Hay un Cielo Sagrado que nos espera
en lo más hondo de los corazones en comunión
del que el externo plagado de estrellas es un mero reflejo
No temas, cualquier rincón del mundo es bueno 
para alzar el vuelo interior que nos infinita y universaliza...
Unámonos, pues, libre y voluntariamente,
en el propósito santo de Amarnos los unos a los unos 
como Dios Mismo nos Ama.



No hay comentarios:

Publicar un comentario