Los elementos no son fundamento: el fuego fue tierra, la tierra fue viento, el viento fue agua, el agua fue fuego... Gira y gira en el ámbito infinito lo finito, transmutándose una y otra vez.
Apegarse a las formas temporales es meterse en un callejón sin salida. El recuerdo esencial se opaca tras el raído manto del efímero cuerpo.
Avanza el alma por veredas de circunstancia, cabalgando a ciegas a lomos de la apariencia: la pobreza o la riqueza, la alegría o el dolor, la fealdad o la belleza, la consciencia o el sopor...
El laberinto se extiende multiforme sin ninguna pista que marque el escape. El ego camina a tientas, como un invidente nómada tras las aguas cristalinas de un oasis ensoñado.
La piel en constante metamorfosis. Las cosas en constante deterioro después de ser con maña elaboradas. La mirada fija en el horizonte... en barro y tiempo se envuelve lo eterno. ¡Breves actores que el mundo devora!
Extremando la acción en lo universal descubre el alma su única salida. Presiente en el darse, inmortal su vida. Soltando todo deseo y todo miedo, la libertad y el gozo de ser afloran... La pobreza o la riqueza, con Amor; la alegría o el dolor, con Amor; la fealdad o la belleza, con Amor; la consciencia con Amor, renacer a la perenne Vida del Espíritu.
Y el tortuoso camino finaliza donde empezó... retornando al corazón regresamos a lo Infinito, llegamos a nuestro Hogar, a la Plenitud de DIOS VIVO.
KHAAM-EL
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