El desespero del roce de los labios
y las febriles caricias de los cuerpos
chirrian infructuosas ansias de fusión
que, frustradas, terminan
-por el extenuante desgaste del tiempo-
en una repentina y explosiva fisión.
El asenso del silencio, aun en los ruidos,
y la quieta mirada conjunta puesta en lo invisible
acompasan fructuosas la fusión de almas
que, regocijadas, se aman
-por el gratificante trascender los cuerpos-
en una eterna y bienaventurada comunión.
KHAAM-EL
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