Sin luz, los ojos -por agudos que sean- son inútiles. Mantengamos, pues, nuestros rostros hacia la luz y las sombras quedarán siempre a nuestras espaldas... Y la Luz de luces, el Esplendor de esplendores, el Amor de DIOS, es la Plenitud de la Vida, el Fulgor y la Gloria indeclinables del Espíritu Divino en nuestros corazones, desvaneciendo por Su gracia todo pesar y temor en la esperanza consumada de la bienaventurada eternidad ya presentida, y milagrosamente anticipada, en el tiempo.
KHAAM-EL
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