Haz esto, sólo esto, pero hazlo con constancia, presencia y honestidad: aparta, no justificándolo, todo temor de tu corazón y no te encierres tras el resentimiento surgido del desamor. Perdona y mantente firme en lo esencial, puro y santo. La locura sueña con ser cordura mientras en nombre de de lo feliz y abundante todo lo amarga y devasta. ¡Despierta! La Verdad no sabe de amargas divisiones ni de partes enfrentadas, por lo tanto no es fanática ni interesada en su amplia mirada de infinito recorrido. No te pelees contra lo que pelea, pues su verdadera pelea es consigo mismo. Todo lo que escinde, prejuzga, segrega y reta es un aparente y maquillado razonamiento que no es más que sinrazón, egoísmo, desconfianza e insidia, deseando la guerra aunque a veces, con suma desfachatez, diga que quiere paz. Estate atento a lo básico y no caerás engañado con lo superficial y aparente: el auténtico pacifismo es incluyente, jamás excluyente, no insulta, denigra ni se cree superior. Contempla, pues, en paz todo aquello que quiere quitar la paz y le estarás dando una inmejorable oportunidad a unirse a esa misma paz que sabes todo lo abarca... Y, recuerda, lo que uno siembra, finalmente, recoge. Extiende, pues, la Luz del despertar del Espíritu y nunca más te atormentarán las pesadillas del ego.
KHAAM-EL
Sólo en la quietud de la mente,
en la presencia consciente,
encuentras el Amor que sana la locura del divisor odio.
Sólo en la paz de espíritu
te liberas de la perfidia del ego
y de sus conflictivos y aterradores sueños de muerte.
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