martes, 29 de octubre de 2019

DESPERTAR A LA LUZ Y LA VIDA

   Las lágrimas descendían en cascada por mis mejillas desde unos ojos congestionados buscando el porqué de las mismas, para justificar un para qué a tanto sufrimiento. En tal desespero, hubo por agotamiento una rendición, como la calma que hay en el ojo del huracán, y, desde un ámbito que trasciende tanto las palabras como sus rudimentarias concepciones, me di cuenta de que la personal búsqueda era, a todas luces, absurda e irresoluble; pues, sólo encontraría justificaciones y excusas disfrazadas de respuestas que, a su vez, fabricarían nuevas lágrimas y nuevas preguntas de personal factura en un elusivo círculo interminable... ... De súbito, el tiempo se detuvo en una intemporal llenura vacía de apartadas partes (Amor), en un autoluminoso brillo que no conoce sombras (Verdad), en una vida que trasciende nacimientos y muertes (Plenitud), en una paz allende toda humana comprensión que todo incluye sin posibilidad de exclusión (Dios, Nirvana, Alá, Tao, Absoluto, Ser..., pobres vocablos éstos, y más que se inventaran, para expresar algo tan vasto, tan rico, tan sublime). Y entonces algo en mí, más yo que yo mismo, por fin pudo ver su propia lástima sin lástima, reconocer la ilusoriedad de la apropiada perspectiva personal sin fabricar más ilusiones personales, y, como por ensalmo, ese yo más yo que yo mismo se supo liberado -aún en medio del perceptivo acontecer- del doloroso influjo del tiempo y sus ilusiones.

KHAAM-EL



Por mucho que la lluvia de las lágrimas caiga 
desde nuestros tristes ojos, anegándonos el alma,
el Amor de Dios nunca se olvida de nosotros.
Y, desde lo más hondo del corazón, nos canta 
una bella canción recordándonos que siempre está cerca,
muy muy cerca...,
llamándonos por nuestro eterno nombre 
y acompañándonos cada segundo 
que pasamos en este mundo pasajero.
Viendo e iluminando el camino seguro que hemos de seguir
si confiamos en Su gracia para hallar plenitud de Vida.
Confiemos, pues, 
y abandonemos nuestras egoicas tramas,
porque, aunque a veces pensemos que nunca nos amará,
jamás ha dejado ni dejará de amarnos...
Y, no lo dudemos, al final a tod@s nos fue bien.



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