domingo, 20 de octubre de 2019

LO DIVINO MORA DENTRO... MUY DENTRO...


"Está aquí 
más dentro de mí que yo mismo; 
está aquí, sí: 
en el divino abismo 
en que huidiza eternidad se espeja 
y en su inmortal sosiego 
se sosiega mi queja."
                    
                      Miguel de Unamuno

                                * * * * *

Abandonar el juego macabro de idolatrar las lágrimas
aquieta el ánimo inquieto y devuelve la sonrisa
supuestamente perdida en algún oscuro rincón del pasado
a un presente renacido en su más hondo núcleo.

Contempla tu mente como si de un espejo se tratase.
Contempla tu fiebre, y cálmala con suavidad y coraje.

Ciertamente, no hay mejor reto que dejar de retarse
no retando a los demás a competir jamás por nada,
ni reprocharles las limitadas condiciones propias.
Vuelve la mirada adentro.
No culpar libera de la externalización justiciera
que nubla el entendimiento con recurrentes angustias
de incierto desenlace formal.

Es interno, nunca externo el vital flujo del destino...
Todo se halla escondido en lo más profundo de tu abismo...
contempla su retenida luz oscura...
contémplalo en, esa, su negrura
de delirante ansia proyectada en un ámbito efímero,
intimando con la sutil transparencia que lo trasciende.

Élevate, descendiendo hasta que nada esté oculto
y verás más allá de lo meramente formal,
allende tiempos y ensoñaciones,
allende nacimientos y muertes,
comulgando con la inseparabilidad de la vida una.

Sonríe... está en tu mano...
Todo cambia para bien
cuando nada quieres cambiar a tu manera.







Sonríe, sí...
Nada hay afuera de ti mismo que pueda jamás afectarte.
Huyes de la realidad cuando buscas con ahínco la clave
en lugares remotos, o en grandilocuentes principios
surgidos de los endebles y confusos fundamentos egoicos.

Actuar sin consciencia siempre precipita al precipicio,
sí o sí.
Niega la inercia ahondando firmemente en lo nucleico,
no es no.

Deshaz cualquier queja... y sosiégate.
Contempla tus dudas... y sosiégalas.
Disuelve tus brumas... y sosiégalos.

Cuando se comprende que la apariencia esquiva
es fiel reflejo del miedo,
el plácido fulgor de lo inmortal a tu consciencia llega
no dándole crédito alguno a la queja.

La presencia de tu esencialidad más íntima y sagrada
desvanece, sí, cualquier amargo reproche...
¡libre al fin!
en esencia y en paz, por siempre
gozando la liviandad de la intemporal llenura
que palpita irrefrenable desde tu inmarcesible pureza...

... Y, con seguridad, dirás, como dijo el poeta,
desde lo más hondo de tu entraña,
desde las profundidades abisales de tu reencontrada Luz infinita,
desde el centro ilimitado del venturoso sí mismo
donde Dios Mismo en comunión se revela:

     "Está aquí, sí;
     en el divino abismo".


KHAAM-EL




En lo más profundo de lo hondo
en lo más hondo de lo íntimo, 
en lo más íntimo de lo abisal,
la antigua y eterna voz del Alma 
desvanece la temporaria queja 
con la Pura Luz del Ser,
con la plenitud e la Divina Unicidad.





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