martes, 28 de julio de 2020

EN EL INEGOÍSMO, DIOS SE REVELA PLENAMENTE

   El egoísmo convierte a la gente bondadosa como los corderos en lobo del resto de la gente mientras que la malicia disfraza a ese lobo tal que fuera cordero, convirtiéndolo tanto en devorador de corderos como de otros lobos menos ladinos. Por eso, Jesús de Nazaret nos previno de los sinsabores y peligros de extender el mensaje de la plenitud y el Amor de DIOS (unos se mofarán de ti y dirán que estás como una gaita, otros dirán que no eres realista o te darán de lado e ignorarán, ay, pero otros -aún peor- te difamarán, menospreciarán e inclusive te atacarán) con su preclaro aserto: "Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas".

   Notemos y despertemos así de la inercia del pensamiento superficial que para convertir a alguien bondadoso en malvado, basta inculcarle una creencia ciega, un ideal fanático, un pensamiento excluyente y culpabilizador sobre todo aquel que no piense y actúe igual que los iniciados o sabelotodos del pensamiento totalitarista. Y éste puede estar revestido de múltiples disfraces bienintencionados en su superficie, verbigracia apelando a la justicia social, al cuidado del medio ambiente de tal o cual manera, a una creencia religiosa intolerante y llena de oscuros y tremendos castigos para quienes no sigan sus complicadas reglas y pesadas cargas, a un no pasada nada, comamos y bebamos, hagamos lo que nos dé la gana, a una supuesta raza superior que reorganizará el mundo para el bien incluso de los apartados o masacrados, a una élite de científicos, economistas, visionarios o revolucionarios que se arrogan una solución final, un mundo feliz a la medida de sus propios y miopes intereses. etc... En consecuencia, amig@s, estemos ojo avizor a los pensamientos e ideas que acogemos como propios.

   Hay que ir al corazón para vivir con corazón. Hay que ser felices para que el mundo pueda serlo. Hay que encontrar la paz interior para que en lo aparentemente externo algún día se manifieste. No se puede crear un mundo amoroso desde el egoísmo, jamás. Así que, entremos en lo profundo del alma, enraicémonos ahí, soseguemos el fragor del pensamiento egoísta hasta su insignificancia y matemos al lobo interior (el ego) de hambre. Entonces, el cordero se sabrá: Cordero de Dios, Hijo del Altísimo; y, desde esa conciencia de fraterna unicidad con el prójimo, todo convivir se convierte, de nuevo, en una bendición que se extiende entre los unos con los unos. En definitiva, la regla de oro para la plenitud humana es no poner poder mundano por encima del Amor ni juicio por debajo. Es en la igualdad esencial de la dignidad humana donde reside la fluida y benéfica cohabitación de lo diferente... el sagrado misterio de la Divina Unicidad en la diversidad perceptiva se revela desde su núcleo infinito: el DIOS VIVO habitándonos al deshabitarnos. Y, para terminar, sólo recordar la iluminadora comprensión de san Agustín: "Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos"

KHAAM-EL



Contempla con los ojos del mundo el paso del tiempo
y te darás cuenta lo poco que ven,
de la brevedad de todo.
Eleva, por tanto, tu mirada... 
Observa al mundo allende sus vanas historias,
contémplalo sin ego, con Amor,
y verás de veras lo esencial:
la Plenitud eterna de Ser en DIOS.



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