domingo, 5 de febrero de 2023

DISCERNIMIENTO = CESE DEL SUFRIMIENTO

    La consciencia no surge de los sentidos corporales ni del cerebro; antes bien, estos devienen de aquélla. El tiempo no es eterno sino un espejismo en lo intemporal al ensalzarse una parte (ego) sobre las otras, por despreciar la unicidad esencial de todo (comunión de almas, Espíritu) en favor de la propia satisfacción especial. Discernir la obviedad de esto, frente al desatino de lo especial/formal/temporal, es despertar del doloroso ensueño egoico.
    Por tanto, ignorar lo evidente, admitiendo y resaltando lo distractor, es evadirse tras ilusiones aparentemente tangibles que terminan por desvanecerse en la inconsistencia de lo meramente temporal. Mas, esta sugerente y relativista evasión, forjadora del ego y de su separativo enjuiciar, no es otra cosa que el engañoso truco de considerar consciente lo inconsciente, el mágico espejismo de los sentidos corporales, que siendo variopinto efecto pasa por nuclear causa; y ahí, justamente ahí, es donde radica el surgimiento del sufrimiento: en ese compulsivo querer obtener gozo y sabiduría de/en tal error perceptivo, en el que lo construido, cae; lo conseguido, se pierde; lo nuevo, se avejenta; lo encumbrado, decae; lo saludable, enferma; lo nacido, perece. Un sinsentido pretendiendo sensatez. Un caos persiguiendo orden. Un delirio fantaseando ser realidad. El cuerpo pareciendo más importante que el alma que lo anima. Un tremendo absurdo, donde aparece todo (la eterna Divina Unicidad del Espíritu) como nada y lo que es nada (la vorágine sensorial de los cuerpos transitorios) como todo.

KHAAM-EL


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