La vanidad, arrogancia e impiedad de los poderíos mundanos, supuestamente elegidos (dicen ellos), pero taimadamente impuestos por interesadas élites con burdas mentiras, descréditos infames, traiciones y sobornos, alcanza cotas delirantes de maliciosa y vil hipocresía; mientras, con estudiado relato de algodonoso y alarmador paternalismo, esconden feroces dentelladas de tiránica uniformidad de desalmado pensamiento, con el que van debilitando ánimos y abotargando mentes, al par que defienden, extienden y ejercen un mal disimulado neo-esclavismo sobre unos adormecidos y tibios individuos, que con bobalicona complacencia toleran todos sus usos y abusos, esperando (ilusamente), tal que terneros yendo al matadero, no ser particularmente perjudicados en sus pequeñas burbujas vitales, según daña, anula, oprime, confina e incluso encarcela, contra todo sentido común, a los que no se pliegan a sus dementes dictados. Los tiempos donde la inmoralidad quiere convertirse en virtud, en consecuencia, son tiempos, sí o sí, de decisión y obra: o la Verdad o las mentiras, o la Paz de Espíritu o el cobarde sometimiento a la carne, o la Alegría del vero Amor o la triste resignación del miedo, o la comunión o el egoísmo, o la Vida Eterna del Alma o la muerte en vida del cuerpo. En definitiva, o DIOS o el mundo, sin medias tintas. Tengamos, pues, muy presente en nuestros corazones para afrontar el tiempo que viene, lo que escribe Pablo en la 2ª epístola a Timoteo 1,7: "Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza."
KHAAM-EL
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