LO PRESUNTUOSO Y ERUDITO DESCONOCE LA PLENITUD DIVINA

   No hay tesis, exclusivo clan, dinero o personal estrategia que comprenda, posea, compre o alcance la plenitud espiritual; antes bien, la tergiversan, malogran, ultrajan u obstaculizan, pues es justo lo contrario, la humildad, el mutuo respeto, la plena gratuidad y la certidumbre del impecable sostén de la Providencia Divina, lo que la facilitan. Ya que, únicamente en la honesta, sencilla, perseverante y silenciosa búsqueda interior de la Verdad del ser de uno, de todos y de todo, DIOS VIVO se revela.

KHAAM-EL

MORIR AL EGO ES VIVIR SIN MIEDO

    Perseveremos en lo puro y esencial. Confiemos en la Divina Providencia. No titubeemos ante los obstáculos y tribulaciones, tampoco nos arredremos ante el mal ni valoremos las seductoras tentaciones con las que el pensar mundano engaña. Atravesemos la intensidad de negar firmemente todo aquello que, con codiciados futuribles especiales, nos niega la presente plenitud.

    Aceptémonos aquí y ahora, por entero; humildes y sinceros. Lloremos todos nuestros lloros en el Misericordioso Corazón Divino, y, milagrosamente, las lágrimas se convierten en inesperadas bendiciones, que a la vez que nos sosiegan el alma se extienden hacia nuestros prójimos para sosegar las suyas.

    Escuchemos, pues, en silencio los ruidosos pensamientos que nos atormentan, y acallémoslos para siempre no significándolos ni alentándolos. Morir al ego, ahora, es revivir, ahora, nuestra inefable comunión con el Infinito Amor de DIOS VIVO; un bendito anticipo del Reino de los Cielos, ese ámbito sagrado al que estamos llamados a habitar, completamente desprovisto de temores, anhelos y cálculos mundanos, donde reinan la paz de Espíritu, la bella armonía de todo lo creado y el santo júbilo del Corazón.

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SÓLO EN DIOS HAY SEGURA PLENITUD

    El presente consciente comulga, infraccionado, con la jubilosa e impecable intemporalidad de lo que ES... Divinas Sabiduría, Gloria y Riqueza Eternas, muy por encima de todas las temporarias e ilusorias astucias, riquezas y glorias mundanas, que ante la poderosa mirada de DIOS VIVO tan sólo son, de cierto, necedad, miseria e ignominia.

    Acogerse al cuerpo como exclusiva definición de vida es similar a aquel que, imprudente, durante la calma construye una endeble choza para, amedrantado ante la furia de sorpresivas tempestades, guarecerse inútilmente en ella. La auténtica e indestructible Vida no proviene de vanas e inestables apoyaturas de egoica idolatría, sino de DIOS VIVO; ¡y Es, siempre, en Espíritu! Quien en ÉL permanece, ciertamente, construye, se aposenta y convive en el espacio que, imperturbable, abarca tanto a tempestades como a bonanzas. 

    ¡Quienes comprendan, despierten! La Verdad nos hace libres, mientras que el ego esclaviza.... Paz, Vero Bien y Amor... Claridad de claridades... Bendición de bendiciones... Plenitud de plenitudes... El futuro de cualesquiera carne ya es pasado para el Espíritu.

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EN LA CONFIANZA Y SENCILLEZ DE LA INOCENCIA, DIOS VIVO SE EVIDENCIA

    Atravesar la vida humana, desde ahora hasta su fin, renunciando al ego según aceptamos la íntima guía de lo Santo, tanto en la bonanza y la tempestad como en lo corriente y lo extraordinario, tal que inocentes niños, asombrados, humildes, generosos, receptivos, aventureros, amigables y felices, sin recelos, miedos o arrogancias, posibilita la realización de nuestra Plenitud esencial, que, más allá del tiempo, la carne y sus vicisitudes, nos descubre y regala la Divina Gracia -en Espíritu y Verdad-, la perfecta comunión con la Vida en toda su inabarcable e interminable amplitud indivisa de DIOS VIVO: el Reino de los Cielos anunciado por Jesús de Nazaret.

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EL AMOR VERDADERO TRIUNFA SOBRE EL MUNDO Y SUS FINGIMIENTOS

    Nada ni nadie puede impedir el triunfo del Amor verdadero, por mucho que el ego lo entorpezca distrayendo con el falso, cuando mente y corazón se ponen en DIOS VIVO y no en la carne.

  Sólo aquello totalmente exento de afanes ávidos de especiales prebendas (el vero Amor) es poderosamente valioso, bello, humilde y verdadero, uniéndonos a los unos con los unos eternamente en Espíritu sin importar la transitoria condición mundana. Nunca eso otro, maquillado de seductores empalagos, vanas glorias y falsas promesas con las que oculta y mal disimula su fealdad (hipocresía), que atrae y seduce intentando obtener personal ventaja para sí (ya sea en el mundo o en el Cielo) según esconde su divisora endeblez, manipulando con actitudes amables que esconden rejas, cuchillos y/o arteras exigencias al prójimo, e incluso, con osado e imprudente orgullo contemplador del prójimo por encima del hombro, pedirle reclamaciones o privilegios a DIOS Mismo.

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