Nunca nos exige el Espíritu qué comer, beber, tener o vestir, si no nos excedemos, hurtamos o exhibimos con ello, y jamás nos apremia a considerar señales suyas los premios y aplausos del mundo; antes bien, lo contrario. Vigilemos, pues, nuestra disposición de trato. Honestidad, humildad, paciencia, alegría, generosidad, arrojo, paz en el corazón y firmeza en la fe son los frutos y actitudes del genuino y constante anhelo por la Verdad y el Bien, que emanan del Infinito Amor de DIOS VIVO. Y, Estos (la Verdad y el Bien) habitan en nosotros y entre nosotros iluminándonos el Camino a recorrer. No temamos, por tanto, a las tinieblas ni nos acobardemos ante las adversidades o acosos malvados; la Verdad y el Bien triunfan frente a toda mentira y hostilidad, y hasta la mismísima muerte retrocede.
KHAAM-EL
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