lunes, 3 de febrero de 2020

BENDECIR NOS AÚNA CON DIOS

    La mente tranquila y apaciguada se asemeja a un niño despreocupado y feliz que en el discurrir natural del presente confía. Bendiciendo sin necesidad de palabras o estrategias la relación que establece con la vida toda, puesto que en la inocencia no hay culpabilizaciones que enerven y envenenen con mezquinos resentimientos la relación con el prójimo. Deja de separarte atestiguando memorias recelosas que finalmente a nada bueno conducen y pon tu lealtad en lo que no concibe la deslealtad: en el Amor que todo lo sana y bendice. Acepta y comparte lo esencial, lo feliz, confiado y tranquilo. No maldigas tu suerte por unos juicios que tan sólo opinan superficialmente acerca de todo lo que acontece. Estate presente en conciencia. Acepta y fluye en paz con el acontecer diario y no te disperses con suposiciones. En este mundo lenta y largamente pasan las horas para el que tiene prisa o anhela las cosas de una determinada manera; por eso, como señala 'Un Curso de Milagros', la paciencia infinita tiene resultados inmediatos. Quédate pues tranquilo y reposa en el presente tu imaginada inquietud futura, proveniente de un supuesto pasado que, sencillamente, sabes que ya no está aquí, que ya no puede afectarte salvo que tu le otorgues ese poder apegándote a los vanos pensamientos que se pelean con el presente.

   Medita. Profundiza en lo que nos enriquece interiormente y no busques externa riqueza o sensorio deleite que al alma desasosiega y empobrece. Acepta, ora y vive en paz el flujo natural de la vida. Camina con confianza en la Luz. Sábete bendecido y bendice con tu alegría a todo aquel que encuentres o pienses. No caigas en la flaqueza del miedo y sus falsas golosinas que en vez de mitigarlo, al poco, lo acrecientan. Apártate de los seductores guiños con los que la sensualidad quiere que olvides tu naturaleza divina; mantente vigilante y no te distraigas, como Sansón dejándose cortar el pelo en su somnolencia, o quedarás ciego a la luz de la Vida. Tampoco te rasgues las vestiduras y sigas la intolerancia aberrante de lo excesivo y puritano, o caerás en la hipocresía que Jesús achacaba a los fariseos (¿Se ha hecho el sábado para el hombre o el hombre para el sábado?). No seas indolente, tibio ni te flageles. Sé fuerte en tu entrega a la no violencia ni siquiera de palabra o pensamiento, porque lo que uno piensa sin amor, daña (el que a hierro mata a hierro muere). Sé paciente y manso de corazón y camina la senda del perdón... aquel que busca las cosas del mundo no sabe lo que hace. Lo pasajero no tiene valor, el Reino de Dios (eterno y bienaventurado y, por lo tanto, ciertamente valioso) no es de este mundo. Confía, todas tus lágrimas serán enjugadas para siempre en la eterna Bendición de Dios. No hay amenaza que pueda con la pureza del que ama con todo su corazón la Verdad, pues el Amor es real y sólo perece lo irreal. La Verdad como el Amor es indivisa y plena (Dios Mismo es Vida,  Amor, y Verdad). Acepta, ora y vive en paz el flujo natural de la vida. Camina sosegadamente en la Luz. Bendice con tu Paz mental a todo aquel que la requiera y no te preocupes: Bendecir nos aúna con Dios y su santo plan. Avanza, pues, sin temor. No te derrumbes por lo pasajero por muy feroz o pavoroso que se te presente, mantente consciente de la consciencia, confía en la guía providente del Altísimo que se revela en la radiante transparencia del ahora, y, con sencillez y humildad, por la Gracia, de inmediato, "estarás en el mundo sin ser del mundo", viviendo en el tiempo sabiendo de lo intemporal, espiritual e inefable.

KHAAM-EL



Contempla en paz el transcurrir del tiempo
y sus efímeros asuntos.
Estate en el mundo sin ser del mundo. 
Bendice sin cesar...
Medita, acepta, ora y vive en paz; 
tus lágrimas cesarán en la alegría de saber
que todos los llantos vertidos por la humanidad
son, invariablemente, enjugados por el Bendito Amor de Dios, 
trocándolos con su gracia en Dicha Infinita...
en inefable Plenitud de Vida. 





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