martes, 11 de febrero de 2020

NUNCA PUEDES PERDER LO QUE ERES


Mirar en uno donde no es
es contemplarse equivocadamente.
Creerse lo cambiante es sentirse perecer con ello.
¡Despierta! Cambia la dirección de tu mirada...
Lo que crees perder nunca es lo que eres,
son sólo apariencias que engatusan con elongaciones temporales
de lo que nada sustancial ofrece.
Permanece consciente.
No abandones el presente
o te extraviarás en mundos imaginarios
que en su inestabilidad agitarán tu ánimo.
Ir tras ilusiones sólo trae angustia y desconsuelo
porque ignorando su endeblez se codicia el oropel
que tienta y abrasa al que lo mira con ansia
o, en su evanescencia, siempre abandona al que lo alcanza.
No busques más allá de lo esencial.
No te pierdas en la infelicidad de la felicidad futura.
No huyas de ti mismo buscando lo ajeno
o temerás u odiarás que a fin de cuentas es lo mismo.

El yoísmo humano complácese de sí mismo
en un anhelo de probar el sabor de los juicios
con la mal disimulada impudicia
de esconder el amargor de su altivez
tras hojas de parra y viperinos pensamientos 
que echan la culpa con ruborosa desfachatez
a quien se cruce de improviso en su camino.
                                        Y
                  la complacencia lleva al ensueño,
                        soñar es tan sólo vanidad.
                  Y, ésta, convoca a la suficiencia
                  que siempre precipita en el yerro.

Cuando aparece la seductora e ilusoria idea del llegar a ser
uno se olvida de lo que ya es y siempre se es.
La eternidad se contornea en perfiles de frágiles sombras efímeras
que buscan una consistencia perdida
entre las brumas de la imaginación personal,
Comienza así un arduo peregrinaje de edades, lugares y distancias...
de siluetas acosadas
por una incontinencia conceptual que las despedaza
en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, lustros,
décadas, siglos, milenios y eones de cíclico girar.
Tibieza gris. Mediocridad temerosa. Deseo y culpa.
Ambivalencia nerviosa. Colapso.
Premio y castigo ensortijados en una misma cabellera desmelenada..
Caída o redención. Juguetes rotos de puro frenesí.
Ataúdes travestidos de hogar.
Emparejamientos que esconden soledades profundas
sonriéndose a lágrimas desesperadas.
Tempestades zarandeando pequeñas voluntades.
Sosiegos de transitoria dulzura.
Inútil será la búsqueda del buscador confuso de su propia identidad.
Ogros disfrazados de angelotes.
Diablos con arpa escondiendo espadas ensangrentadas.
Engreídas genuflexiones buscando aplauso. Escuchas sordas
y pedigüeños trueques que disimulan atracos.
Reproches proyectados con una decorativa lazada
que estrangula aparentando auxilio
y piropos que encarcelan desprevenidas vanidades.
Miradas sensuales contemplándolo todo tras unos anteojos
sucios de turbia codicia
tratando, en su miopía, con fatuo desdén
a la mirada limpia del Amor.

Contempla la devastación, no la justifiques más, y elije de nuevo
abandonando el lúgubre camino a ninguna parte.
Aclara la confusión desconfiando de la desconfianza
y descubre la luminosa inmensidad de lo esencial.












Medita. Ahonda. Ilumina la oscuridad
renunciando al ansia temerosa del logro.
Acepta. Agradece. No te quejes. Bendice.
Permanece presente. Aquí y ahora.
Muy enrevesado es el laberinto que recorren las mentes soñadoras
con sus quebradizos pies de barro;
angustiosamente enmarañado y ruin
en la enquistada paradoja de querer la consistencia de lo inconsistente
y -enfrascadas en semejante persecución estéril-
se extenúan intentando, con convulsa vehemencia,
cruzar una meta ubicada en un horizonte que siempre se les aleja,
y resecos sus labios inútilmente procuran aplacar una sed
que se acentúa con cada sorbo que toman de lo temporal.

Comprende y líbrate de la tentación de ser quien no eres.
No hay hambre que se sacie cuando ésta es voraz e irrefrenable,
ni tampoco hay calma
en aquello que busca conflicto
por mucho que de boca hacia afuera la reclame.

Despierta de las ensoñaciones nacidas del deseo
y regresa a lo que ya eres...
a lo que nunca puedes perder.
Duda de tus dudas
y quédate en la certeza de la calma presente.
No corras tras el fugaz destello del neón
y quédate todo en la luz del Ser.
Acuna las lágrimas y déjalas dormir
en tu alborada desaparecerán como sueños que son.
Sencillo. Sé feliz, ahora...
esa es la segura senda que te trae de vuelta
a ser de verdad.

Retorna al ahora. Regresa al aquí. No vayas en pos de ensueños.
Vuelve a lo esencial,
a lo eterno e íntimo
a Eso que en su plenitud de ilimitada transparencia sagrada
nada te quita y nada te añade,
a ese encuentro interior con la infinitud del ser,
siendo sin expectativas ni remembranzas especiales...

En el presente, liberado de ilusiones,
caen todas las máscaras
que parecían desfigurar la inmaculada faz de lo santo.
Al fin brilla la bienaventurada Alegría del espíritu.
la gloriosa y esplendente Luz de Dios
en la que somos inseparables.
Bendita Perfección.
Unicidad.
Amor.
Paz.

KHAAM-EL




No llores más. No te angusties por lo transitorio.
El amargo canto a las lágrimas
si sintonizas con la profunda paz del presente 
las desvanece para siempre... 
Regresa de tus sueños 
y no busques otros hogares en el tiempo.
Nunca puedes perder lo que eres
en los avatares del tiempo. 
Perteneces al Aquí y Ahora en su plenitud, 
más allá de formas y aspectos transitorios. 
Confía, descansa y sé feliz de nuevo 
en tu Hogar inmemorial...
ahí donde todos somos Uno.





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