jueves, 13 de febrero de 2020

DAVID R. HAWKINS (Reedición revisada y ampliada)



"El gran valor de saber cómo entregar es que todos y cada uno de los sentimientos se pueden dejar en cualquier momento y en cualquier lugar en un instante, y puede hacerse continuamente y sin esfuerzo.”
                                                                                                                                       David R. Hawkins


 
   David R. Hawkins es una mente preclara de fines del siglo XX y principios del siglo XXI. Fue doctor en medicina y filosofía en los Estados Unidos, y expresó, desde la experiencia viva del espíritu, la grandeza e inmortalidad del ser que somos realmente. Entre otras muchas actividades escribió varios libros, entre los que destacan: El Poder frente a la FuerzaEl Ojo del Yo y Dejar Ir. 
  
    A continuación transcribo un pequeño extracto de su libro El Ojo del Yo muy clarificador: 

   "Conviene reconocer que lo que está más allá de la forma es inalcanzable a través de la forma o manipulando la forma. Por tanto, es engañoso implicarse en prácticas esotéricas u ocultas.
(...)
   Dios se autorrevela más allá de toda forma, estando no obstante presente e innato dentro de toda forma. Dios es silencioso, tranquilo, sereno, pacífico, impasible, lo abarca todo, presente en todas partes, y lo sabe todo por el hecho de ser 'Todo lo que es'. Dios es total, completo, quiescente y amoroso, es no dualista y presente por igual en 'Todo lo que es', no diferente del Yo. Sólo la existencia es posible. A pesar de los errores de traducción y de las malinterpretaciones, Dios no es la nada ni el vacío. La no existencia, como se puede ver por su propia autodefinición, no es una posibilidad.
   La Presencia está más allá de todo pensamiento, actividad mental o, incluso, observación. La conciencia es la conciencia del Yo, que surge del hecho de saber que es 'Todo lo que es'; por tanto, no hay nada que saber 'acerca de' nada. No hay conocedor ni conocido; son una y la misma cosa. En el estado de Unidad, lo objetivo y lo subjetivo desaparecen el uno en el otro.
   La Presencia es increíblemente suave, tierna, amorosa y blanda; y, paradójica y simultáneamente dura como una roca, inmutable, todopoderosa, con una cohesión infinita que mantiene unida a 'toda la realidad' como un universo en perpetua creación. En presencia de Dios, desaparecen las ilusiones de la causa y el efecto. La Presencia no es la causa de que ocurra nada; más bien, es todo lo que parece estar ocurriendo.
   En la Presencia, desaparece todo sentido del tiempo, que es un aspecto crucial de la paz. En el momento que cesa la presión del tiempo; se reconoce que quizá haya sido una de las principales fuentes de angustia que acompañan a la condición humana. El sentido del tiempo genera estrés, presión, ansiedad, miedo y disgusto en millones de formas. El 'estrés del tiempo' acompaña a toda actividad y búsqueda generando la ilusión de secuencia y de causa. Cada acción humana se formula en una olla a presión de tiempo, y la mente no cesa en sus cálculos de cuánto 'tiempo' se puede 'ocupar' en cada actividad. Esto trae como consecuencia el pánico, el miedo o la preocupación, así como la culpabilidad, vergüenza e ira. 'Esto ocupa demasiado tiempo. Aquello no ocupa demasiado tiempo. Nos gustaría hacer muchas cosas, pero no tenemos tiempo. El tiempo pasa.' Hasta que no se detiene la sensación del tiempo, no tenemos posibilidad alguna de saber lo que es la verdadera libertad o de sentir la verdadera paz."

* * * * * 

   No hay excusas que valgan cuando lo evidente se evidencia disipando oscurantismos y deshaciendo enredos de diversa índole con la sencillez de la consciencia en paz, presente, agradecida, constante, confiada, entregada y feliz allende las apariencias formal/temporales. Verdaderamente, si aplicaras en tu vida lo que en este breve extracto del libro 'El Ojo del Yo' de David R. Hawkins se ha apuntado, desentendiéndote de querer alcanzar lo esencial desde lo formal, especulativo o conceptual, y simplemente permanecieras 'entregadamente' presente en el ahora, sin duda la Presencia de Dios en ti y en todo se revelaría sin ningún esfuerzo por tu parte, tal como el agua fluye corriente abajo o se deslizan las nubes por el cielo. Lo natural no necesita escrutarse, tan sólo vivirse; y todo te revela sin tapujos ni acertijos. Ábrete, pues, al instante a la unicidad vital de todos los instantes..., no habrá penumbra que ensombrezca la luz de tu alma, la dicha de tu corazón, o la paz de tu mente, porque en el presente el alma, el corazón y la mente no se encuentran separados de Todo Lo Que Es. El cuerpo es sólo un instrumento de la consciencia; no su identidad, ni siquiera su hogar, y mucho menos su ser. Queda, por tanto, en paz; no te exasperes por alcanzarla en un futuro o lo que prolongaras es la propia exasperación y la íntima confusión que no están provocadas por lo externo, sino que se proyectan en el tiempo acusando a los sucesos sobrevenidos por el necio apego al egoico pensamiento que se escinde en irresponsable beligerancia de sujeto frente a objetos. No te dividas, ni por un segundo más, con las inconstantes embestidas de limitado alcance que el ego propone. El ahora es constante e ilimitado siempre, o no lo sería en absoluto; no quieras 'ocuparlo' con una caterva de temporarias elucubraciones de interesada perspectiva o experimentarás, con creciente disgusto, la angustia de sentirte desplazado de lo esencial al verlo todo fraccionado en bueno, malo o regular; en antiguo, a la moda o futurista; en belleza, insulsez o fealdad..., entrando en una infructuosa y ávida lucha por acomodar lo supuesto a tu manera particular de percibirte. Actitud ésta que acaba por traerte, fatalmente, múltiples sentimientos encontrados que te desencuentran y pierden en un maremágnum de pensamientos, cuanto menos, absurdos. Deja de presuponer lo que supones mejor frente a peor. No juzgues más y suelta todos los sentimientos y emociones. No les des significado. Ábrete a lo insospechado aquí, ahora. Confía. Nada hagas en especial salvo ser feliz. Despreocúpate totalmente. Todo está ya resuelto en este mismo instante. Confía... entrégate a la voluntad divina y sigue el flujo... la paz de Dios te acompañará continuamente disolviendo toda dualística percepción para, con amorosa claridad, mostrarte la bienaventurada evidencia de la eterna plenitud de Ser... la infinita comunión de la vida.

KHAAM-EL



Elévate por encima de los egoicos pensamientos
volando más allá de la densidad del deseo/miedo...
Entrégate confiado y tranquilo a la paz...
La plenitud de ser brillará ahora, aquí... eternamente.




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