martes, 31 de marzo de 2020

LA QUIETUD DE LA MENTE ES ACCIÓN PLENA

   La inconsciencia egoica es consciencia dormida, atención distraída con separativas ilusiones que agitan la mente, que sobresaltan el corazón. Pues, al presentarse arrogantemente como ideas liberadoras de opresivas tinieblas, ofrecen ladinamente  un control para/por/desde "afuera", confundiendo, apesadumbrando y sobresaltando a quien elija pensar así; puesto que, fantasear con efímeros destellos imaginados, superpuestos a la luz, genera sombras que persiguen y amedrentan a quien las sostiene, fabricando, esa actitud externalizante y divisora, que sí o sí -en nombre del control- lo deja todo descontrolado, una aparente, absurda y dolorosa brecha entre lo viviente y lo viviente. No busques, en consecuencia, consciencia en la inconsciencia, tampoco pretendas unión en lo separado, paz en lo conflictivo, felicidad en lo pesaroso, ni despertar manteniendo ensueños. La luz clara de la consciencia se manifiesta en la quietud de la mente al igual que el azul del cielo puede contemplarse en el agua calma del océano. Contempla la mirada que mira su mirar... siempre hay inocencia ahora, en lo más profundo y sereno de uno. Ahí, siempre en lo íntimo e indisoluble, brilla sin cesar la bienaventurada ilimitud del Absoluto, la perenne incondicionalidad de lo Divino; por eso, todo tu sufrimiento puede acabar de inmediato en la calma ecuánime de una mente en paz; soberana de sus propios pensamientos, manteniendo sólo aquellos que extienden esa quietud inmensa, libre de las tortuosas agitaciones del deseo, el miedo y la culpa y que lo hace todo no haciendo nada en especial. ¡Despierta! Nunca ha habido pecado en lo íntegro, en lo santo y amoroso. Permanece en ello, en la pureza original que eres, y perdona las dolorosas ilusiones de lo separado, engreído y receloso. Déjala extenderse ilimitada desde tu corazón agradecido hasta el infinito que nos hace Uno en Dios.

  Por tenebroso que parezca ponerse el mundo y sus convulsos embates, por tormentoso que el entorno se presente amenazando nuestro cotidiano vivir, por difícil que todo asome, en lo esencial la calma permanece para orientarte si la escuchas en lugar del vocerío mundano. No tengas miedo ni seas timorato. Cualquier supuesta tiniebla es indefectiblemente disipada por la luz del Espíritu. Su esplendente brillo no conoce fronteras ni límites, ni hay dolor por agudo que sea que no desvanezca finalmente con su poderoso fulgor. No sabe de peros ni de quejas, no cobija fragilidades, no contempla perpetuas oscuridades ni sueña divisiones; ni siquiera teme a los temores, al comprender su insubstancialidad. Es constante y no entiende de principios o fines, ni tampoco de mejorías o retrocesos; sencillamente, conoce la plenitud de lo definitivo. Es siempre en paz porque jamás ha pretendido darle significado a lo imposible. E imposible es todo aquello que no es eterno, amoroso y feliz. Aquiétate, pues, reposa y espera con consciencia clara el reencuentro con la pureza, con la quietud que todo realiza sin particular esfuerzo. Respira, respira el momento, con calma, sin prisas, atento... Sí, respira sin urgencia alguna, sin pretensiones; tan sólo respira... ¿sientes la paz? Quédate en ella... No hagas nada.,, Disfruta en la quietud del instante, tal y como es (sin aditamentos ni rechazos); sin duda, en la quietud de la mente la plenitud es reconocida. Paz... paz... liberadora paz. Experimenta como ahora eres respirado por el soplo del espíritu y, en y por él, elevado muy por encima del sueño de las formas. Paz... paz... infinita paz. Pureza. Inocencia... aceptación gozosa. Paz... paz... incontestable paz. Vacíate de lo pasajero, de lo superfluo, de lo egoico... Recuerda lo inefable. Olvídate de estas palabras que lees, suéltalas... no tienen significado como conceptos, más adonde apuntan sí tiene todo el significado. Las palabras son meras herramientas que te facilitan el encuentro con el ser puro que eres; una vez han cumplido su función han de soltarse, han de dejarse atrás... lo definitivo, lo absoluto, lo esencial y eterno, puedes llamarlo Dios, o Nirvana, o Tao... -las palabras son meras herramientas ¿recuerdas?-, viene aquí, ahora, a tu encuentro desde lo más hondo de ti para restituirte a la pureza original que jamás pudiste perder, que nunca pudiste quitar, que siempre en lo profundo y eterno nos alentó, alienta y alentará..

KHAAM-EL



Sin acopios de temerosa defensa,
lo que parecía atacarnos pierde poder.
Vive, por tanto, a corazón abierto... 
con mente presente, consciente..., en calma.
Vacíos de lo egoico: paz bendita y sosiego interior...
En la calma mental: la plenitud del Ser,
la acción total que no precisa de acciones en especial.
Ahonda.
Medita.
Ama el instante al instante,
y amarás eternamente
en un tiempo que ahora se funde 
con lo intemporal.



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