Lo interesante y lo aburrido, la creencia y la incredulidad, lo bajo y lo cimero, lo lejano y lo cercano, lo posible e imposible, los ayeres y los mañanas, Dios y sus criaturas, se hallan indisolublemente unidos en el presente por una sola luz de infinitos rayos que disipan todas las nubes, mostrando el inequívoco rumbo de bienaventurado destino anticipado, porque el tiempo es una ilusión tomada por real cuando la consciencia se proyecta como un objeto dentro de él. Más, aquí y ahora es a su vez camino y destino, bella danza de sincrónicos movimientos, principio y término en constante flujo, aprendizaje y enseñanza inseparables, nacimiento y desembocadura, solución que aglutina todas las partes de una personal ecuación en un resultado de completitud y vida, consumada búsqueda desde su inicio, feliz encuentro de interminable abrazo.
Reflexiona, inquiere y conoce desde lo hondo de la consciencia misma. ¿Cuántos maestros vas a visitar y cuestionar hasta que te percates que tu naturaleza esencial sabe sin comparaciones tras descartar lo divisor? ¿Cuántas enseñanzas vas a aprender y desestimar hasta que recuerdes lo sin palabras y siempre presente? ¿Cuántos lugares santos vas a visitar hasta que te des cuenta de que lo santo abarca la totalidad? ¿Cuántas desconfianzas vas a justificar hasta que tu confianza actual sea completa? El maestro o gurú, el místico en su experiencia viva, no ocupa lugar ni su enseñanza tampoco. El templo santo es el alma... todo empieza y acaba en ella, en el altar de la entrega, precisamente aquí, exactamente ahora. Pon la mente al servicio del espíritu y libera al corazón de todo sentimentalismo, crueldad, indiferencia o cualesquiera sea tu tendencia personal; haz lo que debes y, sin dilación, Dios se revela en lo más íntimo de ti... el Amor, la Verdad y lo que por siempre Es, refulgen en la pureza original que te devuelve a Aquel que Es antes de cualquier principio. Sólo hay Dios. No dioses ni ídolos. Sólo lo eterno tiene verdadero significado... Luz de luces... Unidad de unidades. Ahonda en lo que el tiempo y la variabilidad de sus circunstancias conlleva y trascenderás la aparente oscuridad de lo separativo. ¡Despierta! No pongas a algo o alguien por encima ni tampoco por debajo de nadie ni de nada. Sólo Dios. Todo Dios. Confía en lo que desmiente a los sentidos corporales mediante una paz mental espontánea e inmediata que colma de íntima dicha. Medita en un único Dios. Ora de corazón. Lo sustancial, de veras, es Él y sucede en Él. Profundiza de verdad sobre lo que esto implica, hasta que la meditación u oración se convierta en indubitable vivencia. Ahora no necesita explicación. La fe en la dicha y plenitud presente, practicada con constancia, obra milagros e ilumina conciencias al instante porque no hay distancias ni opuesto en Dios.
KHAAM-EL
Sólo hay plenitud de Dios, sin distancias y sin opuestos que realmente existan... Canta y bendice y danza y ríe y comparte y vive en paz.
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