Darle sentido al sinsentido es la mayor de las demencias. Empecinarse en lograr ser feliz sólo con lo transitorio es un imposible. La felicidad siempre es ahora y aquí en cuanto en lo transitorio conectamos con lo eterno, en cuanto tomamos consciencia de la consciencia que trasciende el cuerpo, en cuanto abandonamos el apego a la mera satisfacción personal, en cuanto discernimos con claridad lo sustancial entre lo superfluo. Es por esto que, el significado de buscarle significado a la percepción transitoria tan sólo conduce a la incongruente justificación de una carencia de significado; actitud esta que inevitablemente trae sufrimiento, desconcierto y temor.
¡Despertemos! En lo íntimo palpita vigoroso, calmo y despreocupado lo universal. No nos compliquemos con condicionados entendimientos personales que pretenden orgullosos entrelazar contradicciones y engaños, o seguirá habiendo en lo conceptual una profunda, supina y angustiosa ignorancia imaginando saber acerca de aquello que por sus notorios límites nunca podrá saber. Simplifiquemos, pues, constatando como lo contradictorio, por su propia índole, no es más que falsedad e ilusión. Se revelará entonces, en todo su liberador esplendor, lo obvio: nada surge de la nada, vivir para morir es absurdo y contradictorio (luego es falso); por tanto, todo vive en/con todo impregnando el devenir de las formas con la perenne existencia del Espíritu (una paz y gozo más allá de cualesquier humano entendimiento, de súbito, evidencia el vero e imperecedero sentido de la vida). Consecuentemente, la muerte, en esencia y en verdad, nunca ha sido ni será posible; porque, no siendo ninguno de nosotros el cuerpo/intelecto (el ego), el tiempo y sus situaciones son minúsculas ideas impermanentes en la inefable consciencia intemporal del Ser, en nuestra indisoluble comunión espiritual (Amor) con DIOS.
KHAAM-EL
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