viernes, 23 de septiembre de 2022

NO TEMAMOS, VACÍOS DE EGO SOMOS PLENITUD DE AMOR

    Querer adelantarse al flujo natural de la vida nos llena de angustia. Y toda angustia hace infeliz y tienta a la injusticia a quien la padece. Por lo tanto, tengamos paciencia, verdadera paciencia, confiada paciencia: la infinita paciencia de vaciarnos de nuestra resistencia a vivir vacíos de ego, desnudos de disimulos, suposiciones y estrategias... Nada especial hay que alcanzar, nada especial hay que comprender ni nada especial hemos de conseguir, porque nada esencial puede perderse jamás... Somos ya puro Ser aquí y ahora.
    No nos distraigamos con juicios engañosos que creyendo acertar, yerran y condenan por miopes motivos. Renunciemos al ego siendo veraces primeramente con nosotros mismos y a continuación con el prójimo, tengamos fe en DIOS y esperanza en Su Amor, el resto vendrá por añadidura. Vivamos aceptando el espontáneo flujo de la vida... no queramos retener aquello que consideramos bueno y no odiemos eso otro que suponemos malo... vayamos más allá de los opuestos y despertemos del maligno sueño del ego. No nos fatiguemos ni nos sacrifiquemos por logros temporales, o nos estaremos poniendo la zancadilla a nosotros mismos. La felicidad no es del tiempo ni la carne, sino la vivencia de ser sin tiempo y en Espíritu. Quedemos, por tanto, en paz y no nos agitemos con personales planificaciones... Sí, la felicidad, insisto, es sin tiempo ni carne: es Espíritu inmortal, Amor en pura e ilimitada expresión, Unicidad Viviente en perenne bendición. 
    En consecuencia, estemos presentes en toda la amplitud del término para que lo inacabable desvanezca el apego a lo acabable. Amemos por el Amor Mismo, no por las cosas o relaciones que lo caduco pueda traernos. Permanezcamos en la paz de Espíritu, en la dicha inefable de Ser. Aquí y ahora, siempre, lo sustancial está incólume; así que, no busquemos encajar o nos sentiremos siempre desencajados... Confiemos, todo irá bien, nada fue mal aunque lo pueda a veces parecer... ¡Regocijémonos! Lo pasajero no somos. ¡Alegrémonos! Lo imperecedero, en esencia y en verdad, sí somos. ¡No temamos más! La Plenitud nos vivifica en la invaluable comunión de la Divina Unicidad, en el bienaventurado e infinito Amor de DIOS.

KHAAM-EL


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