Cuando advienen contrariedades y estragos a nuestras frágiles vidas humanas, tanto a nivel individual como colectivo, no suceden nunca a destiempo sino en su justo momento, cuando está en sazón un aprendizaje de comportamiento que de no asimilarse volverá a repetirse en ciclos inexorables hasta la cabal corrección del egoísmo, la sensualidad, el rencor, el ansia de poder y confort, la competitiva vanidad envidiosa, el despreciativo fanatismo ideológico y el apego al cuerpo como único receptáculo de la vida. Errores fundamentales de la mente humana que traen todos los males individuales y que -por extensión- acaban azotando a la humanidad en general y asolando periódicamente sus sociedades. Aprendamos y apliquemos, pues, en conciencia con total consciencia y acción la regla de oro: "no le hagamos a otros lo que no queremos que nos hagan." Entonces y únicamente entonces, de lo más hondo de lo hondo, en el meollo de nuestro ser, la eterna chispa inseparable de la bienaventurada llama del Infinito Amor de DIOS que somos en esencia y en verdad, dándose al Bien del prójimo, resucitará de entre los muertos, o, lo que es lo mismo, de entre la corrupción de este mundo perecedero.
KHAAM-EL
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