Abrí los ojos carnales, miré en derredor... y pensé (o pensar creí) en lo fútil del belicoso y pasajero vivir mundano, cuestionándome acerca del sentido de nuestra vida en la carne, ¿vivimos acaso o es tan sólo ensueño? ¿Somos, o no? ¿Existimos como tal o es transitorio espejismo? Lograr u obtener nunca es ser, sino efímera manifestación en continuo devenir...
La humana penumbra difumina del alma su haz, embota la mente y perfila horizontes que se escapan según se persiguen... débil luz irradian los poros, endeble comunicación captan los oídos, al par que lo que la mirada del cuerpo ve, engaña; y lo que nació o surgió, morirá y desaparecerá (lo que es aparenta no ser, al parecer ser lo que no es).
Cierro los ojos carnales, miro en mi interior... y descubro (sin necesidad de pensar o creer pensar) que la vida de la vida de la carne es la verdadera vida, plena, eterna e inmaterial. Todas las preguntas y sus limitadas respuestas quedan solucionadas en el Inefable Silencio. Somos Uno en Espíritu... Pura Existencia en Comunión. Ser siendo SER... DIOS VIVO en el núcleo de todo lo perceptible trascendiéndolo y envolviéndolo en Infinito Amor.
La Divina Unicidad alumbra el alma y más allá de ella hasta lo infinito, aclara la consciencia y abraza todos los horizontes que nunca fueron... potente luz irradia la inmortal esencia, completa e inmediata comunicación capta la sutil intuición que viendo allende las caducas formas, de cierto conoce (lo que aparentaba división y muerte no es, no fue ni será; lo que es, ES ahora y siempre en plenitud).
KHAAM-EL
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