Ignorando a su prójimo, sin discernimiento ni empatía, con necia presunción esclavizante a vanos y combativos deseos que inquietan y quitan la paz, el egoísmo humano complácese de sí mismo... Y la complacencia lleva al sueño, los sueños inflan la vanidad, lo vanidoso acrece el orgullo, y éste acarrea tremendos yerros que cizañan el desde entonces nebuloso entorno.
Comienza en ese preciso momento un enojoso espejismo de arduo peregrinar... Larga e imprevisible se muestra la senda que debe recorrerse, repleta de cuestas, pedruscos y espinos a evitar cuidadamente, mientras se viaja en pos de idealizados oasis con frágiles pies de barro, turbia la mirada y enajenado el entendimiento...
Millares de muertes han de sufrirse en carne, sangre y mente, en cuerpo y en alma, hasta que, mediante el sincero y fraterno encuentro de corazón con el prójimo, se recupere -en inefable renacer- la plenitud del Espíritu desveladora de la luminosa y eterna esencia de la vida, su indivisa, pura e íntima complementariedad:
La mente será grácil pensamiento... El pensamiento acción, y la acción fluye... Y el fluir es sangre.
La sangre secará en prieto coágulo... El coágulo semeja la piedra, y en piedra se construyen hosterías... Y la piedra es carne.
La carne ha de prender hasta los huesos... Las cenizas de estos esparcirse al aire... Y el aire es mente.
Feliz es el retorno al inmemorial Hogar supuestamente perdido. Caen las máscaras que ocultaban la verdadera faz de la Vida, resplandeciendo de nuevo su sublime interconexión de bendita unicidad e inenarrable Amor en comunión con DIOS VIVO... Al fin el despertar tras una eternidad dormido, ¡y que en la Realidad no fue más que un suspiro!
KHAAM-EL
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