jueves, 27 de junio de 2024

SIN SÓLIDOS CIMIENTOS, TODA OBRA SE DESMORONA

    
No hay cetros más dignos y eminentes en este mundo que la red del avezado pescador que participa feliz de su pesca con familiares y amigos, la azada del perseverante labrador que desinteresado comparte buena parte de su cosecha con el hambriento, el lápiz del bienhechor instructor que con paciencia transmite su preciado saber para el bien del aprendiz, o el báculo del entregado peregrino que buscando con todo su ser a DIOS desdeña los tronos y regalías del mundo.
    Haya paz en nuestros corazones: el lugar más alto, como nos enseñó el Maestro, es la base, los cimientos sólidos de un alma humilde y un corazón generoso. Virtudes éstas que edifican una saludable amistad, una santa relación, una espontánea y honrada colaboración nacida de un vínculo genuinamente fraterno, que llena de sereno gozo y plenitud el alma, haciendo del mundo un anticipo del Cielo. Pero, desafortunadamente invisibles para quienes buscan preeminencia, o una vida muelle, o amasar riquezas, o someter voluntades, y un largo etcétera de pasiones mundanas que, en el aparente y aplaudido éxito, vacían el alma; y donde esperaban dicha y poder recogen pesar y derrota (forjando antes el techo que los cimientos toda obra se desmorona), haciendo del mundo casi un infierno.

KHAAM-EL


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