Rendirse a lo obvio derrota a lo aparente. Quien tiene sed, bebe; quien tiene hambre, come; quien quiere saber, escucha y aprende; quien quiere respeto, respeta; quien anhela vida, no persigue lo caduco. Apegarse y adorar la carne es apegarse y adorar la muerte en una infecta espiral egoísta, ávida de adquirir especial plenitud y éxito, que acarrea angustioso e infernal aislamiento. Nada extraordinario, pues, hay que realizar; tan sólo, con sencillez, amar, perdonar y confiar.
Únicamente, el Espíritu Divino y no el ego es verdadera vida; vida intemporal, santa, inagotablemente dadivosa y en comunión. Porque no hay cuerpos separados sin tiempo, desgaste y destrucción, ni tiempo, desgaste y destrucción sin cuerpos separados.
KHAAM-EL
No hay comentarios:
Publicar un comentario