Se debe cuidar la mente como un huerto, arrancando diligentemente los pensamientos egoístas, fatuos y capciosos como si de malas hierbas se trataran, mientras se riegan y abonan con esmero los pensamientos amorosos, humildes y veraces para que den abundante y benéfico fruto; puesto que, el pensamiento atesorado en el corazón humano, una vez hecho palabra y acción, engendra más pensamientos y obras en concatenada sucesión, construyendo o destruyendo relaciones, sociedades e incluso mundos, según sea su índole.
KHAAM-EL
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