¿Y cuando la Verdad, la Divina y Amorosísima Unicidad de DIOS VIVO, traspasa nuestros tímpanos o impresiona nuestras pupilas, llama a nuestra puerta, encendiendo nuestro corazón y trascendiendo nuestro pequeño entendimiento, revelándonos la angosta senda a caminar, la acogemos, practicamos y seguimos hasta el final? No hay equívoco posible: su fruto es el Amor, su perfume la paz de Espíritu, su jugo la humildad fraterna, su sabor la alegría plena del alma libre del fardo del falaz pensamiento divisor y su consistencia la de la inmaterial roca sobre la que se erige, indestructible ante todo mundano ataque o afrenta, lo santo y eterno.
KHAAM-EL
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