En un mundo narcisista, libertino y caótico el Amor Divino sacude los tuétanos del alma, recordándonos que somos plena y eterna comunión de Espíritu, no temporaria dispersión carnal. Instándonos a despertar del diabólico y tentador embrujo que nos empuja a aislarnos y enfrentarnos en el lúgubre presidio del cuerpo/mente mortal, como si este y sólo este fuera nuestro ser, nuestro reino, nuestro endeble y frágil poder.
KHAAM-EL
(Un servidor del DIOS VIVO)

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