Advino Cristo Jesús (el Hijo del Altísimo, la Palabra hecha carne) en un pesebre; como un bebé anónimo, humilde, en física fragilidad, sin miedo y henchido de infinita misericordia a desplegar de adulto. Llegó para purificar, bendecir y alumbrar a los pequeños y fatigados por un entorno elitista que los abusaba; y mostrarles la senda de la salvación, el camino a la plenitud, por la inoperancia, dejadez y orgullosa codicia de muchos de los supuestos guías que debían conducirlos a DIOS VIVO, y que entre tretas y abusos, mediante sacrificios y ritos huecos abandonaban al pobre, a la viuda y al necesitado, considerándose en su pertinaz ceguera pomposa: justos, estando llenos de injusticia ("Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce, mi pueblo no discierne." Isaías 1, 3). Finalmente, como también estaba profetizado, los principales -eligiendo las cosas del mundo tentados por el diablo- despreciaron, humillaron y mataron a Cristo Jesús como un cordero inocente y manso. Mas, al tercer día resucitó de entre los muertos y -tras revelarse a sus cercanos- ascendió en cuerpo glorioso a los Cielos junto a Su Padre Celestial, para enviarse y después acompañar en Espíritu Santo a todos los que escuchen Su Justa Palabra de Amor y Vida Eterna, de perdón y misericordia, de rectitud en lo honesto, generoso y santo, junto al total repudio de lo mentiroso, egoísta y malvado.
KHAAM-EL
(Un servidor del DIOS VIVO)
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