viernes, 2 de octubre de 2015

LA FELICIDAD ES SIN ESFUERZO

   Se esfuerza el deseo por seducir para convencer de su atractivo y conveniencia. Se esfuerza la imaginación por construir idílicos escenarios para perpetuar su ilusorio poderío. Se esfuerzan los pensamientos por teorizar para mostrarse como si ellos fueran la mente. Se esfuerza el esfuerzo por engrandecerse para ningunear a la confianza y el sosiego. Se esfuerza la adulación por convencer de sus exageraciones para lograr el cumplimiento de sus fines exclusivos. Se esfuerza lo transitorio por relucir y destacar para venderse como algo valioso cuando únicamente lo eterno es real y, por tanto, digno de valor. Se esfuerzan las lágrimas victimistas por influenciar mediante la pena para imponerse y atrapar con su aparente fragilidad. Se esfuerzan las cantidades por avasallar como si fueran de suma importancia para alejar de la comunión del espíritu. Se esfuerza el yoísmo por ser alguien especial para intentar derrocar a la sencillez del Amor de su indivisa plenitud... Si por un instante no escucharas a la voz del esfuerzo y el sacrificio como guías a la dicha, decidiendo permanecer en paz ahora, siempre ahora, te sorprendería gratamente el recuerdo inefable de la simplicidad e inmediatez de la felicidad.

   Sí, Amigo/a, la felicidad es sin esfuerzo. No tienes que hacer nada especial, no tienes que conseguir unos poderes peculiares mediante el dominio de ciertas mancias o asistir a un innumerable circuito de costosos talleres acerca de mil facetas particularistas que pretenden vender un conocimiento del espíritu y sólo dan humo, para después ser tú mismo el que sueña con lucrarse mediante esos talleres de esforzados conoceres exclusivos, no has de buscar alcanzar ser reconocido o apreciado como alguien importante, no tienes que seguir rituales huecos y pomposos ni rebuscar en esotéricas pamplinas, para experimentar la vida plena que eres. Busca a Dios en tu interior. órale con fervor, ponte tú a su servicio y no quieras que se convierta Él en tú siervo, y, Él, te te encontrará, y recompensará tu humilde, íntima, receptiva y sincera búsqueda. "Y (dijo Jesús) cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará".

   No te esfuerces por logros personales y, sin duda, la felicidad vendrá a ti por la gracia de Dios. 
  Comparte, entonces, libremente esa dicha, esa paz, esa plenitud, que Él te da para extenderla en la fraternal unicidad de los Hijos de Dios.
   No te preocupes por nada. Su Amor te sustentará así en la tierra como en el Cielo.

KHAAM-EL



Vuelve a la inocencia, a la alegría y a la confianza... 
Vuelve a la sencillez de la salvación, 
al sincero fervor de la oración 
y a la alabanza del Amor de Dios.






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