Un camino rápido para encontrarse con el Amor de Dios se encuentra en la relación que mantienes con tu prójimo. Y has de ser muy, pero que muy consecuente con ella, no cayendo en la trampa de lo personal; luego no confundas tu anhelo de ser feliz y estar en paz con cosas o personas especiales, y mantente, antes bien, en una relación honesta y clara en la que la situación sea completa en sí misma, evitando dividirla en partes que pueden sacar provecho o sufrir desventajas las unas de las otras.
Sé total y no identifiques a tu prójimo con su cuerpo. Contempla por encima de lo aparente la impecabilidad esencial que es su ser y tu vida retomara el flujo bienaventurado de plenitud y bienaventuranza puras.
Más, mantente muy vigilante y no caigas en la tentación de transigir con las ilusiones, o te perderás de nuevo en furias, sufrimientos y congojas cuando creías que estabas saliendo de ellos. No tengas miedo, da igual lo que un mundo en su dolor haga en su especialismo desesperado, mantén una confianza total en que finalmente todos verán a todos en la luz del espíritu y no en el limitado espejismo de lo carnal. Avanza y atraviesa la intensidad de soltar lo egoico; la salvación es impersonal, y lo impersonal es Amor, porque incluye a todos en el reconocimiento de que la dolorosa condición humana es una pesadilla de la que se puede salir de inmediato no significando al cuerpo como nuestra verdadera identidad. Por eso, la relación santa invita con paciencia infinita al abandono total del ego como intermediario en ella y, al pasar de querer obtener a dar, se vivencia que compartiendo sin esperar nada a cambio todo converge en la plenitud infinita de ser indivisos en el perfecto Amor de Dios.
KHAAM-EL
No temas... No busques caer bien;
eso proviene del ego, no del espíritu.
Sencillamente, en toda circunstancia,
párate y di que haría el Amor para el despertar conjunto con mi prójimo...
y hazlo.
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