Adjunto a continuación de este escrito el audio de una charla en la que incido en lo básico que es para volver a la experiencia viva de ser uno con Dios (Amor) no caer en la tentación de justificar el orgullo, esa manera de pensar que fomenta la división y el afán de destacar (ego).
Sólo si de verdad quieres la Verdad por encima de todo tendrás éxito, cualquier otro rumbo te conducirá de fracaso en fracaso, disimulado con la altanería de un ego que siempre buscará una excusa para ensalzarse y denigrar a aquéllo que juzga entorpecer su particular plan. Recalco, sólo si de veras quieres la Verdad más que cualquier otra cosa de este mundo saldrás del sufrimiento de cosechar equivocación tras equivocación, ya que sólo Ésta supone el fin del orgullo -que es el resultado de todo el miedo del ego oculto tras una estrategia de falsa seguridad y poderío-. Y quien persevera y encuentra la Verdad vuelve de inmediato a la plenitud del Amor.
No sigas, por tanto, los dictados del orgullo que es hipocresía y vive en la sencillez de lo humilde. Nadie es más que nadie, pero tampoco menos; todos somos uno en el Amor. Busquemos lo que nos une, lo esencial y puro, y dejemos atrás para siempre lo que nos tienta a parecer especiales, diferentes o superiores, y que no hace sino ponerle pesadas cargas al prójimo. No más actitudes semejantes a sepulcros blanqueados que aparentan ser lo que no son; estate bien atento, las más de las veces, el orgullo, es un lobo disfrazado de oveja cuando se cree en desventaja. No tengas miedo y desenmascara la ilusión, la pantomima egoísta que pretende ser altruista. Que tu sí sea sí y tu no sea no; nada de titubeos o sopesamientos encubridores de taimados planes personales.
Simplifica tu vida, sé sencillo y puro. Permanece en la paz de espíritu. El fin del orgullo es el retorno al Amor, a la Dicha de ser hermano para el hermano; un volver a la relación santa, de igual a igual, de Hijo de Dios a Hijo de Dios. Y, una vez en el Amor, todo este mundo de dolor, separación y muerte será completamente perdonado, volviendo todos a ser uno en la Plenitud de Dios. Bendiciones y namasté.
KHAAM-EL
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