1.
No busques el brillo de la alegría en lo externo, dogmático o personalmente ávido, o la variabilidad de sus complejidades sacudirá tu ánimo resquebrajándolo en un infierno descorazonador; antes bien, simplifica, encamínate hacia tu interior, hasta ese silencioso ámbito del alma -más allá de los pensamientos- donde se nos evidencia que todos somos uno, y verás el rumbo a seguir con claridad. Y la alegría brillará en tus ojos aún rodeado de vicisitudes y contratiempos.
2.
Los horizontes que se perciben con los sentidos corpóreos son ilusorios, vanos límites que no pueden contener la plenitud del ser; todo está en el núcleo de la consciencia consciente que trasciende tiempos, formas y conceptos... sólo es cuestión de abandonarse, de no apegarse a las propias justificaciones o creencias: de súbito, lo incondicional, el Amor... Dios.
3.
La gratitud sincera libera de inmediato de los férreos grilletes de la angustia o de las seductoras trampas de la vanidad; facilitando, así mismo, la comprensión de la bendición oculta tras cada acontecimiento, incluido los más dolorosos. Ten, por tanto, siempre presente que compartir ensancha y alegra el alma; mientras que el querer obtener sólo para sí, la estrecha y apesadumbra.
4.
Nunca fuerces tus palabras para obtener personal éxito, así éstas surgirán de lo universal, silencioso y espacioso, y podrás conocer -en ese silencio conceptual- la plenitud que trasciende éxitos y fracasos: pura Divina Unicidad.
5.
Todo desequilibrio se equilibra, finalmente, sin particular esfuerzo... Toda acción tiene su reacción, hasta que -por el reconocimiento de ésto- uno suelta el personal interés que empujaba su actuar, dejando ahora que el flujo natural de los acontecimientos se acompase con la paz, la dicha y el amor que desde lo hondo nos ilimita y unifica.
6.
Lo que sana todo sufrimiento no es lo que se vive sino la actitud de humildad, amor y confianza en la Divina Providencia, en lo Sagrado y Bendito que nos alienta y sustenta; conduciéndonos de las formas a lo esencial, del tiempo a la eternidad, del miedo al Amor, de la enfermedad a la plenitud y de la muerte a la vida eterna del Espíritu.
KHAAM-EL
Ya eres (somos) lo real.
Vacíos del ego
y de sus dolorosos espejismos,
y de sus dolorosos espejismos,
la Luz del Ser Es...
Pura Divina Unicidad...
Amor... Plenitud.
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