Madre Mará Josefa del Corazón de Jesús
Desalienta al desaliento depositando toda tu fe en Dios, puesto que de la confianza total en Dios mana la más amable y amorosa dicha, que discurre abundante desde el corazón solícito hacia el agostado y fatigado prójimo, sediento en verdad de Dios y extraviado entre las arideces de un mundo injusto, terrible e impío. Mas, tras la situaciones más angustiosas, si con paciencia y humildad son contempladas, encuentras una bendición que da un giro insospechado a toda la historia de dolor que te contabas desde lo personal, agraviado y temeroso. Comprende, acepta y agradece, pues, de una vez por todas, que de lo incómodo e incomprensible surge, las más de las veces, la posibilidad real de un encuentro interior con la infinitud del Ser (Dios en nosotros); mientras que de lo cómodo y evasivo, con avidez, se alimenta al ego dejándonos el ánimo devastado y famélico con sus recelosas quejas de culpabilizador juicio.
Desanima al desánimo confiando sin reservas en Dios y abunda en la fe, sin demora... Los ángeles de Dios revolotean a tu alrededor, atentos a la disposición de tu corazón, para prestarte la ayuda que precisas en cualquier situación o momento, ellos son los Pensamientos Puros de Dios entre los que tú también te encuentras (aunque lo niegues con la sesgadora e inútil identificación con el cuerpo), y que, aquí y ahora, siempre, facilitan tu destino de consumación en Dios, si les prestas oído y cumplimiento, puesto que son poderosos compañeros de camino; no los subestimes porque, a bote pronto, sólo escuches el fragor de tus propios pensamientos. Quédate muy sosegado, atendiendo a lo íntimo, reclamando lo que Dios disponga para ti... y ... la paz mental se aposentará en tu ánimo para traerte la inefable paz de Dios que te hará feliz, incluso en la infelicidad de un mundo cruel e ignorante. Lánzate sin miedo a la vida, allende las razones o sinrazones que imagines o creas; deja que la corriente te lleve de vuelta a tu Hogar en el Cielo. Te irá bien, seguro, si confías y Amas.
Fatiga a la fatiga con confianza inquebrantable en Dios y, cuando por las sacudidas inesperadas del mundano infortunio te sientas triste y desolado, perdido, solo y confuso, desesperado o airado, ora, mira a lo Alto y comprende que la decrepitud y la vejez suceden a la lozanía y la juventud, pero que -tras aquéllas- la plenitud y la eternidad del perfecto e inmarcesible Amor de Dios, siempre aguardan a quien vive con humildad, esperanza y caridad. Lleno de fe, por tanto, vive durante lo transitorio, dejando a los milagros iluminar tu senda mientras aprendes a desplegar las alas que te alzarán, gracias a los Pensamientos Puros de Dios, hasta la salvación y la infinitud; que, como una bella y gozosa alborada del alma y no la densa tiniebla de lo condenatorio, como una dulce y sentida canción de Amor Infinito y no el desconsolado llanto del miedo, te colmarán el Alma... No lo dudes, ten fe; con devoción y gratitud sigue creyendo en el Amor, aun cuando éste parece que ha desaparecido -e incluso muerto-. Sí, confía y ábrete al milagro... la muerte, como tal, no existe; es un deshacimiento de lo efímero, de la caduca revestidura carnal, que no es nuestro ser genuino... todo ese Amor, que de verás has compartido en este mundo, permanece para siempre (Hágase -Dios- Tú Voluntad así en la tierra como en el Cielo). ¡Aleluya! ¡Bendiciones! Sí, eres bendecido siempre que bendices... dar y recibir son en verdad lo mismo. La vida en Dios se plenifica tras la labor cumplida en este tránsito de cuerpos y tiempos personales (estad en el mundo sin ser del mundo). No sucumbas, pues, al desánimo, escucha los Pensamientos Puros de Dios, haz lo que debes, y retorna al Amor junto con todos los ángeles de Dios que despertaron del doloroso sueño de un mundo agónico y moribundo.
KHAAM-EL
Quien confía en Dios, Ama.
Y quien Ama, nunca se sentirá solo
aunque las circunstancias del mundo a ello le tienten.
Y quien Ama, nunca se sentirá solo
aunque las circunstancias del mundo a ello le tienten.
No temas, ten fe
y asciende la montaña sagrada de la Verdad y la Luz...
Los ángeles de Dios nos acompañan.
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