viernes, 22 de noviembre de 2019

EL FLUJO DE LO SAGRADO SE VIVE EN LA ACEPTACIÓN

   Lo lejano es una proyección de lo inmediato, una apariencia de separación que en lo sustancial no ha ocurrido ni puede llegar a ocurrir. Despierta, sí, y comprende que nunca podrá alcanzarse el horizonte porque acercarse a él conlleva percibir otro diferente allende el supuestamente alcanzado. No fabriques, por tanto, más ciclos de interminable recorrido dirigiéndote a buscar lo que los limitados sentidos te sugieren. Despreocúpate de logros y pérdidas, del mucho y del poco, de lo abundante y de lo escaso. No valores una parte en detrimento de la otra. Todo tiene un ritmo natural, al igual que el flujo de la respiración llena los pulmones y a continuación los vacía para enseguida volver a llenarlos, la vida unas veces te trae y otras te quita; lo esencial es permanecer consciente del flujo y quedarse en la paz inmutable del ahora... sencillamente sé el flujo, sin particulares y parciales preferencias, aceptando feliz, sin involucrarte, sin juzgar ni querer cambiar el vaivén de las circunstancias. 

   No te agites por una nada que pretende ser algo. Este instante se basta ahora a sí mismo, no lo mancilles con recelos surgidos del distorsionado pensar del ego o, queriendo calma y bienestar, te sentirás desasosegado y confuso. Aceptación es serenidad, es gozo, es constancia, es manar en libertad, es el retorno a la eternidad y el fin de la sensación de estar atrapado en el tiempo. Aceptación no es pasotismo... es conciencia presente y acción plena, al no pretender el fruto de la acción sino que reconoce en la acción misma el dulce fruto de la plenitud y, por eso, fluye ecuánime y en paz. Aceptación es relación pura e inocente al no depender de ella ni rechazarla... es un caminar juntos de igual a igual o un despedirse con un hasta siempre... porque, aunque en el mundo podamos corporalmente alejarnos, inevitablemente, nos vemos en el Cielo... en la Llenura del Espíritu... en el Eterno Brillo del Amor que trasciende el tiempo y sus frágiles formas.

   No te endurezcas con resentimientos y temores; eso es vivir sin vivir, estar sin estar, ser sin ser..., un inverosímil comprender que no comprende nada realmente. Abandona la erudición de las estrategias que todo lo definen y catalogan, que todo lo quieren arreglar pero estropean aún más... ahonda en lo crucial de la socrática enseñanza de "sólo sé que no sé nada" y, en la humildad de un presente diáfano, libre de prejuicios, sé como un niño que confía en la providencia sin preguntarse qué es esa misma providencia que lo conduce por el flujo sagrado del Amor, aceptando, compartiendo, alentando y que, por tanto, ríe o llora (hondamente feliz) porque sabe, sin necesidad de grandes o pequeñas elucubraciones, que aquello que precisa le es dado cuando es menenester, ni antes ni después. No calcules, pues, y fluye alegre y en paz... eso es genuina aceptación, espíritu presente: ser como un niño, inocente y confiado, pero con plena consciencia de la Consciencia. 

   No te niegues lo esencial buscando afirmarte en lo superficial. Sí, amigo/a, disfruta del ahora con despreocupada sabiduría porque, ahora, sabes que ahora es lo único que tienes, lo único que eres... nunca fuiste del pasado ni serás del futuro... eres total, completo, íntegro, pleno, ahora y, sin duda, eso es pura bendición. Las palabras brotan espontáneas, los encuentros acaecen sincrónicamente, el aparente vaivén es visto como algo natural... todo viene a ti y tú vas hacia todo porque sabes que todo y tú sois 'no dos'... lo que se va es porque no lo necesitas, lo que viene es para un tiempo y le das todo el Amor. Todo es por ti amado, tanto lo que se va como lo que viene... siempre das todo el Amor y todo te da todo el Amor, más allá de las apariencias... vives enamorado del Amor... todo es Amor... la soledad es imposible porque el Amor comparte y extiende Amor eternamente en un flujo constante de indisoluble unicidad... eso es ser... eso es lo esencial. Aceptar el Amor te muestra la infinita realidad de ser. 

KHAAM-EL




Todos los destinos trascienden, sí o sí, en lo sagrado,
sus pequeños arroyos
para converger en un mismo río de inagotable caudal,
compartiendo así un único flujo
que conduce a un mismo océano de Amor...
a la Divina Unicidad que nos plenifica...
Acepta Fluir y, en la no resistencia, 
te sabrás llegado aún en el transcurso.




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