domingo, 24 de noviembre de 2019

SOMOS UN MISMO SER EN EL SER DE DIOS

   La consciencia pura es nuestra verdadera naturaleza; nuestro tesoro de tesoros, que no puede devorar la polilla, muestro bien de bienes, que en plenitud abunda; nuestro amor de amores, que todo miedo e ira disipa; nuestra bendición de bendiciones, que toda maldición destruye; nuestra vida de vidas que a la mismísima muerte vence. Somos espíritu y no carne; eternos (de Dios), no vasallos del inclemente señor de las horas (ego) que en polvo y olvido todo lo convierte. Por tanto, canta de todo corazón; canta con toda tu entraña, y escucha las trompetas y las campanas de la Plenitud Divina, rebosando la alegría de la siempre presente esperanza, que en lo más hondo del alma brilla y santifica. Sosiega el ánimo. Ten paciencia aún rodeado de impaciencias. Todo va bien aunque muchas veces desde la reducida perspectiva de lo personal no lo parezca. Retorna a la sencillez de lo evidente no complicándote con reductores y dolorosos conceptos de ti mismo y del mundo desde la fraccionada idea de ti. Élevate por encima de las nubes de los pensamientos egoicos. No lo dudes, ábrete a lo universal... al milagro del Amor de Dios que en su seno nos sostiene ilimitadamente. Mira con compasión, abandona el resentimiento y el dolor. El pasado con sus angustias no tiene porque repetirse, no tiene porque desconsolarnos; el perdón todo lo sana, todo lo resuelve, todo lo aguanta, todo lo trasciende. Permite, entonces, mediante su concesión completa, que lo que parece un futuro sea puerta abierta de eternidad, de santidad, de luz y gracia, de gloria y unicidad. Mira tu mirar, y todo el mirar del prójimo, con mirada limpia, con esa mirada amiga y humilde que trasciende el color y tamaño de los ojos para contemplar en todo su esplendor, en toda su íntima pureza, el salvífico fulgor del alma que a todos nos hermana, mostrándonos cómo somos un mismo ser en el Ser de Dios... ¡Regocíjate! ¡Deja atrás las lamentaciones! Nos expresamos en un cuerpo por un breve tiempo en el tiempo para expresar y recordar, amando, aceptando, alentando: lo intemporal, sagrado, bienaventurado y en comunión. No temas. Confía. Ten bien presente, en toda circunstancia y lugar, que tal como el cuerpo respira pero las respiraciones no son el cuerpo, la mente piensa pero sus pensamientos no son la mente; elige, por tanto, sólo aquellos que expresan lo inefable, y lo inefable se evidenciará sin óbice, sacando a la luz la perfección celestial que se escondía (aparentemente) tras tanta mundana imperfección.

KHAAM-EL



No te conformes con segundas opciones,
no te quedes con las migajas que ofrece el ego
como si fueran tesoros
y que sólo son el efímero resplandor de lo aparente.
No te comportes como un imprudente 
cayendo en las tretas de los deseos mundanos
que se entregan a falsos amores
que hieren y desconsuelan.
Acepta sólo el Amor perfecto,
el Amor de Dios,
que desde lo más hondo del alma nos infinita
en un mismo ser en Él.




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