sábado, 2 de noviembre de 2019

DIOS NOS ACOGE EN SU PLENITUD

   Tal como lo percibimos desde lo egoico, el mundo no es más que una recurrente y desesperante despedida que más pronto o más tarde nos sacude. Todo nos está diciendo hola y adiós, nos guste o no... rompiéndonos el corazón con su vaivén. Pero, si con fe seguimos enamorados -no de las formas sino de la esencia misma que anima los cuerpos- aún en los momentos más oscuros, la luz plena del Amor de Dios nos enciende el presente llenándolo de bendición; liberándonos de irreflexivos hábitos condicionados que nos encarcelaban tras los muros del dolor y el horror; sanándonos de la angustia y el pesar surgidos del infructuoso empecinamiento por mantener lo inmantenible o por ansiar lo insustancial; retornándonos, más allá de lo imaginable, a la vida del espíritu que trasciende la carne y sus miserias. Porque en la esencia, en el alma, en el corazón noble y bondadoso reencontramos lo infinito, lo que en verdad somos; eso que ni añade ni mengua, que ni gana ni pierde. Simple, sencillamente, en Dios todo es gloria. 

    Ama y no te quedes en la pena... Ser feliz nunca es para después. Eres aquí, pero no de aquí. No retrases lo inevitable; y vive completamente, sin cálculos... a corazón entregado, a alma descarnada, a mente abierta y despreocupada. ¡Vive! Siendo puro presente... puro corazón en Dios, compartiendo lo sutil, hondo y fraterno, lo eterno, simple y bienaventurado. Permite que tu alma reciba Su Abrazo infinito siendo fiel a Su mandato de Amor. Desconfía de la desconfianza de lo personal e invita a tu prójimo a lo intemporal y santo, viviendo sin miedo, compartiendo con generosidad, encaminándote a lo Sagrado. Clama y proclama -henchido de júbilo- la gracia del Amor... "En todo venceremos de sobra gracias a Aquel que nos ha amado." Romanos, 8, 37. Sí, Dios es Amor y nos envía la salvación a cada instante mediante Su Santo Espíritu, venciendo no sólo a las tribulaciones del mundo sino a la mismísima muerte. Escúchalo sólo a Él, dejando ir aquello que muda y pasa. Sobre todo, y ante todo, Dios (Lo Que Eternamente Es). Confía, que "nada te turbe, nada te espante". Confía; todas las cosas, todas las relaciones, conducen hasta Él si no te las apropias con egoicas exigencias. por tanto, da, date, comparte... Y, felizmente, dale la bienvenida a Dios que nos acoge en Su Plenitud -que Es para siempre-... Lo eterno basta; en consecuencia, lo temporal finalmente sobra. No te atormentes por pasajeras tormentas y todo tormento terminará. No caigas en la tentación del abatimiento y tráele alegría, esperanza y paz a tu prójimo; la vida trocará, entonces, de duelo a gozo.  ¡Despierta! No te ilusiones por pasajeros placeres y todo dolor cesará. No te agarres a relaciones efímeras vestidas de carne y el Amor volverá a ti en la luz santa y eterna del Espíritu. Permanece jubiloso, agradecido y en paz... Y ahora, aquí... Dios contigo y con todos; con los que estuvieron en este mundo, con los que aún estamos y con los que algún día estarán. El tiempo, a su tiempo, cesará y la comunión reinará en la Plenitud Divina.

KHAAM-EL



"Nada te turbe, nada te espante".
Dale la bienvenida a Dios 
y regresarás a la plenitud de Ser por siempre en Él.
En Dios, todos somos un único y eterno canto de Amor y Vida.
Únete al  'coro todoabarcador'  del Espíritu
y vive feliz y en paz
invitando a tu prójimo a compartir la dicha infinita de unirnos en Dios .




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