jueves, 10 de septiembre de 2020

EN LA QUIETUD DEL ALMA: LO ETERNO

   El tiempo pasa sin afectar a lo eterno y el silencio abarca músicas, palabras y ruidos que no serían reconocibles sin él. Atender, por tanto, a lo esencial es descubrir lo que parecía oculto y jamás pudo estarlo. Con simplicidad palmaria, se constata cómo al dejar de valorar lo que agita se termina la agitación sin necesidad de enfrentarse a ella. Permitir que lo que es sea -sin resistirse enconadamente- libera de las férreas cadenas con las que la temporalidad nos sujetaba a la decadencia y la muerte. Mira con coraje lo que pretende hacerte flaquear. Desmantela las defensas de cualquier ataque no contraatacando su ferocidad disimuladora de una tremenda debilidad. Pacifica tu ánimo y no transijas con excusas que quieren validar lo agitado. No combatas contra tus dudas ni te dejes anonadar por ellas. Indaga. medita. Sumérgete en conciencia con consciencia, con trasparente intención por la Verdad. Vacíate de conceptos, rendido de corazón, abierto de mente, esperando presente, bien presente, la respuesta que acalla todas las preguntas que pudieran llegar a cuestionarse; esperando aquí y ahora esa claridad que desvanece toda posible oscuridad; esperando sin desespero el término de los principios que acaban y el comienzo del final que eterniza; esperando, en definitiva, vivenciar Todo Lo Que Es por la inevitable disolución de lo que sólo pareció ser. Permanece presente. Ahonda en lo imperceptible, no pretendas ser únicamente lo que percibes o te sentirás una entelequia que finge consistencia. Sé de veras... libera a la consciencia de condicionamientos no condicionándote queriendo averiguar como llegaron a ella. Nada hay que temer en lo sustancial, abandona lo superfluo. Confía. Reposa en el presente y no te afanes por pretéritos que ya no son o por devenires inexistentes y constatarás la pureza inmutable de Ser. Y, puesto que nada hay separado de la Consciencia que Es, no signifiques tus juicios y erradicarás todo juicio simple y definitivamente para siempre, o lo que es lo mismo para ahora y aquí eternamente.  

   No te disipes o evadas con egoicos placeres o  mundanos logros que traen finalmente sufrimiento y desesperación. Queda en paz, en sosegada consciencia presente, y vive de veras muriendo a lo que muere. Rechaza todo particularista rechazo. Así rechazarás el conflicto en su mismísimo núcleo para abrazar la paz de espíritu, que es límpida fuente de gozo y bienaventuranza. Mora en la sólida vacuidad de lo inexpresable, de lo santo, de lo inefable, de lo impecable. Ahonda. Profundiza. Medita. Vive liviano, sin apegos ni renuencias especiales. Vacíate de todo aquello que se sentía carente y regresará la evidencia de la plenitud de Dios. Y ahora, sencillamente, haz lo que tengas que hacer y no hagas lo que no tengas que hacer; vive felizmente en paz con todos, con todo, contigo... ¡Bendiciones! Al fin lo sin fin en un de nuevo lo despreocupado y pleno. ¡Aleluya! Allende la percepción egoica la Divina Unicidad resplandece inmaculada como antes de todo antes y como después de todo después... Ahora estuvo siempre cualquier aparente problemática resuelta, toda supuesta preocupación desvanecida... sólo todo Pura Consciencia Bienaventurada... todo sólo Comunión de Vida Eterna.

KHAAM-EL



El tiempo deviene en eternidad
cuando permitimos que éste fluya en paz.
Sosiégate... 
Profundiza en la quietud que el ahora ofrece
y sé en esa paz: la paz misma...
sorpresivamente, todo sólo Pura Divina Unicidad.




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