martes, 29 de septiembre de 2020

LA PARADOJA QUE ACABA CON TODAS LAS PARADOJAS

    La relación esencial siempre perdura y es indestructible. Más despedirse de lo confuso con claridad da la bienvenida a un ámbito vivencial de paz de espíritu, de bendición, intemporalidad y despreocupación. Ámbito al que todo aquel que se desprende del fatídico hechizo del temor/deseo personal es Llamado y reEncontrado para/por la Plenitud. El espacio para la concordia no contemporiza con la objetivación de la discordia que subjetiviza su propia objetivación según le conviene a su particular perspectiva. Los asuntos del mundo aparentan romperse, arreglarse, armarse y desarmarse, en un ciclo absurdo de vano esfuerzo por justificar un empeño que no sabe de estabilidades al olvidar que no hay nacimiento ni muerte en el espíritu. Los cuerpos sólo son ilusiones de autónoma temporalidad. La relación santa no precisa gestarse, organizarse ni planificarse; sabe que lo trascendente ya es inmanente a lo percibido. En todo momento y circunstancia está la oportunidad de no traer memorias de dolor, o de no unirse a ellas. Eso es asumir la responsabilidad que nos hace Felices. Sí, es la solución, el regreso a lo Universal, abandonando cualquier tentación a la acumulación de lo especial. No hay yoes frente a otros yoes en asociación real, ni que deban defenderse de nada ni de nadie. "No me gobiernan otras leyes que las de Dios" (lec. 76 de UCDM). Debatir por negro sí, blanco no, esto o lo otro, aquello o lo de más allá (da igual si con enfado o sin él), esquivando ir a la raíz de la consciencia consciente con controversias en bucle, es sumirse en la inconsciencia, perdiendo un tiempo precioso para trascender el mismísimo tiempo (el instante santo) justo aquí, precisamente ahora. Así que todos los maestr@s de Dios, tod@s los testigos de lo sagrado, por la integridad esencial de su enseñanza, inevitablemente enseñan responsabilidad y felicidad a la vez, porque no hay una sin la otra ('no soy víctima del mundo que veo', 'mi función y mi felicidad son una', 'comparto con Dios Su voluntad de que yo sea feliz'  leccs. 31, 66 y 102 de UCDM). Nunca nos unimos a la verdad del Amor de Dios como partes separadas que se coordinan, reglamentan u organizan, sino y, ahí está la paradoja que acaba con todas las paradojas, la verdad ya es plena en nosotr@s en unicidad trascendente a las partes ('no soy un cuerpo. Soy libre' lecc.199 de UCDM). Y para terminar este escrito comparto, como colofón, la siguiente enseñanza -directa y esclarecedora- de Charles Anderson (Master Teacher): "En realidad, el ataque y la defensa son la misma idea. No importa cuánto acumula, no podrá definir cuando estará 'lleno', porque la acumulación es una negación de la plenitud. Esta es una paradoja muy antigua. Nunca podrás definir cuál es la suficiencia de la asociación. El todo no es la suma de sus partes.
   Les estoy enseñando que cualquier momento en particular representa la totalidad del tiempo en sí, y que un montón de momentos separados no pueden lograr ser una continuidad de la realidad. Es imposible.
    Pero si eso es verdad, mi solución sería solo permitirme ser lo que soy como una totalidad en mi propia mente, sin la necesidad de justificar la acumulación de mis dolorosas memorias pasadas." (La Paradoja de la Vida Eterna. pág. 17).

KHAAM-EL



Paradoja que deshace paradojas...
un Himno Inmemorial silencia para siempre en el tiempo al ego,
cantándonos intemporales bendiciones que finiquitan maldiciones.
Siempre fue dentro, muy dentro, en lo más hondo del alma,
lo infinito, pleno e inefable...
la Divina Unicidad en la vivimos en espiritual comunión.



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