martes, 19 de julio de 2022

EL MILAGRO DE AMAR

    Sembrar concordia y no discordia no significa evitar conflictos callando u ocultando lo espiritual (la Verdad y el Amor, lo Eterno y Puro) cuando los asuntos se complican o la Palabra se desdeña, sino expresar y actuar en favor del Espíritu hasta en las circunstancias más adversas, desalentadoras u hostiles.
    Sembrar concordia es invitar a la Luz abandonando las segmentadas y enfrentadas posturas que el ego alienta y jalea, al dejar caer lo que pretende ser cimero (en el mundo, todo lo considerado exitoso fracasa y se hunde finalmente). Conquistar lo que se pierde es labor baldía, absurda e incluso necia. Tengamos, en consecuencia, muy presente siempre en el presente que el reino de DIOS y la Plenitud nunca fue ni será de este mundo. Somos peregrinos en el tiempo y sus volubles formas, no más; tampoco menos.
    Caminemos, sin tardanza, la senda de la buena siembra. Las lanzadas, espinas y cruces que el egoísta sistema de pensamiento del mundo inflige, no son motivo para abandonar la pureza del Amor. Perseveremos con ahínco, tanto en días de bonanza como en jornadas tormentosas y oscuras. Y tras nosotros, a diferencia de Atila y su barbarie, sí volverá a crecer la hierba. Seamos, pues, bondadosa y justa solución universal... Un bien o amor parciales no son verdadero Bien ni genuino Amor. O es para todos -cual uno solo- el Bien y el Amor, o no sirven a la Vida por ser divisores y, por tanto, malvados.
    Enamorados del Bien del Amor podemos vivir a Corazón abierto aun en situaciones que tienden a romperlo y cerrarlo... Ese es el poder del Amor que, por la gracia de la confianza en DIOS, nos ofrece ser en plenitud allende las falsías del ego; quedando totalmente eximidos del seductor espejismo que tejía para hacernos sentir especiales y ajenos al prójimo, por el que nos hacía pagar el desmesurado precio de la muerte. Más en DIOS la Vida Es Eterna y no exige un pago por Ella... El Amor libera, el miedo separa y condena... Amémonos los unos a los unos como DIOS Ama, y, milagrosamente, hasta las llamas del infierno más infernal se apagarán sin dejar ascuas ni humo.

KHAAM-EL


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