El verso y la prosa son en última instancia palabras, y éstas conceptos que expresan pensamientos que a su vez derivan de tendencias y sentires de la mente. Que puede ser discernida e intuida como una imagen en el espacio/tiempo, un 'punto uno' entre incontables otros puntos, un notarse y considerarse ajeno, una configuración temporal en lo intemporal, una circunstancial geometría en lo sin condición ni forma, un relato en lo inenarrable, un 'yo' y 'otros' de aparentes consistencias que no se sostienen, una danza en lo inmóvil, un combate en la inmensa serenidad de lo indivisible... La mente es constructora y destructora, impulsora de acciones u omisiones, dúctil y rígida a una, posibilitadora de goces y sufrimientos, gestora de emociones y planes, oscilante entre concreciones y fantasías, forjadora de nacimientos y defunciones; una ilusiva formulación personal/identitaria que se configura a sí misma según enjuicia su parcial experiencia vital. Un día surgió, un día se disolverá. Mas la cuestión a resolver no es esa aparatosa volubilidad e impermanencia que la modela, sino: la mente de dónde vino, adónde irá... la nada no produce algo. Vaciarse de ella, por tanto, es ir más allá de ella destronando al ego, merced a un desistir del compulsivo insistir en lo recurrentemente inviable y retornar así -con sencilla, desapegada y humilde actitud- al 'punto cero'. Ese ámbito de ámbitos, ese vacío de 'algos' que rebosa y vivifica todo espacio sin necesidad de principio ni de fin, puro y sin partes, plenamente consciente sin precisar de 'yoes', y que aquí y ahora substancia -sin verse adulterado por ello- mente, sentires, tendencias, pensamientos, palabras, conceptos, prosas y versos.
KHAAM-EL
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