Es imposible que lo transitorio se convierta en la realidad por mucho que aquél suceda en ésta. Lo que sí es posible (y necesario para ser, de cierto, libre y feliz) es cesar todos los vanos intentos de eternizar lo transitorio, tomando plena consciencia de que ya somos en esencia y verdad indivisos de lo inmutable, de lo inefable, de la plenitud de la Divina Unicidad. Por eso, ahondemos, meditemos, rindamos nuestro pertinaz apego a la perspectiva personal/relativa (ego) como si fuera absoluta; y de súbito, milagrosa y espontáneamente, lo Absoluto (DIOS) se hará obvio, evidente e inseparable de la vida toda, de manera natural y sencilla.
KHAAM-EL
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