Teresa Carbajal
Cuando la música impregna cada recoveco de la mente hasta alcanzar el más escondido de los pensamientos, estos enmudecen su cháchara, el tiempo se ausenta y la sensación corpórea se diluye. El misticismo más puro brilla, el ego se empequeñece, decolora y retira, el alma vibra y resuena en armoniosa bendición, el Reino de los Cielos abraza el universo y danzando al unísono lo transfigura, yendo la consciencia toda -en un instante santo que se elonga interminable- de una pequeña porción conceptuada a la inenarrable plenitud, de las tinieblas a la luz, de lo caduco a lo inmortal, de lo doliente a lo gozoso, de lo falso a lo veraz, de lo malvado a lo bondadoso, de lo competitivo a lo fraterno, de lo particular a lo universal, de lo avariento a lo generoso, de la tristeza y la depresión al resolutivo júbilo, de lo prisionero a la libertad, de lo enfermizo a lo esplendente, del miedo cobarde al coraje de amar por el Amor Mismo, de lo carnal a lo espiritual, del solitario y angustioso infierno a la gloria inefable de la Divina Unicidad.
KHAAM-EL
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